La Voz de Galicia
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Estos días se ha visto a la gente del campo protestar por el precio al que les pagan su trabajo en origen  y lo que nos cuesta a los consumidores cuando los compramos -generalmente en grandes superficies-  y no es nada de extrañar.

Los insomnes radiofónicos que escuchamos programas de madrugada, hace años que estábamos al corriente de este asunto ya que prácticamente todas las emisoras tienen un programa tempranero de fin de semana que trata estos temas y en los que repasan los precios de los productos en origen y los finales.

Más o menos las diferencias son escandalosamente exageradas, llegando a incrementar su valor hasta un 700% de sobrecosto en relación a lo que se paga al productor que, muchas veces, no cubre costes.

Entre la niebla del duermevela siempre me pregunto: ¿quien se lleva ese beneficio? Con la polémica de estos días ha quedado claro con son los intermediarios quienes se llevan la tajada.

Hacen bien en protestar, lo que resulta llamativo es que frente a esta justa reivindicación algunos sindicatos tachen a los agricultores y ganaderos como un puñado de terratenientes fachas como ocurrió en Don Benito hace unos días; da un poco noxo ver como agentes sociales que deberían apoyar al pequeño productor, los insulten de la manera más estúpida llevados por los vientos del buenismo incuestionable del nuevo gobierno.

Total, que más allá de la indignación, sólo nos queda potenciar la compra de cercanía acudiendo a la Feria y comprando al paisano sus productos a un precio justo para ellos y para nosotros; aunque les llamen terratenientes, fachas, impertinentes y a nosotros esquiroles del buen rollo gubernamental.

El brécol se está pagando un 607% más y el repollo un 589% de lo que le pagan al productor. Ahí queda.