La Voz de Galicia
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En este tiempo descreído y efímero en el que  estamos, donde parece que no cabe el espíritu de la Navidad y se pretende montar un ambiente navideño sin el ritual que lo sostiene, es como comer hamburguesas veganas.

A pesar de la insistencia de muchos  dirigentes en reconvertirlas en un belén conceptual o en una violencia  de género de las reinas magas sobre los ancianos reyes de Oriente, no han pasado suficientes generaciones como para acabar con la magia de la Navidad igual que las hamburguesas de mentira sólo nos colonizaran cuando dejemos de comer de verdad y saludablemente, algo que está en vías de extinción.

Hace poco escuchaba una entrevista al Presidente mundial del movimiento «slow food», cuyo objetivo es defender las tradiciones gastronómicas regionales, la buena alimentación, los productos de cercanía, comer sentados a la mesa con tranquilidad y conociendo el trazado de lo que se come .

El movimiento nació en Italia en 1986 con una manifestación frente al local de la plaza de España en Roma dónde iban a inaugurar el primer MacDonalds. No es extraño que naciera en Europa, porque en EEUU es mucho más difícil desarrollar esta filosofía de vida desde que -en la década de los cincuenta- se fomentó la comida rápida, congelada y sin carnet de identidad que permitiera comer más rápido y producir  más; lo que ha generado unos hábitos de vida difíciles de revertir  y  una plaga de obesidad contagiosa.

Sin embargo Galicia ha demostrado ser inmune a todas estas miasmas alimenticias y propuestas posmodernas, basta ver el anuncio de Gadis de este año para que el mundo entienda perfectamente en qué consiste la filosofía «slow food» o irse a Vigo a ver lo que es un Black Friday navideño hasta la bandera.

Y que vivan como galegos.