La Voz de Galicia
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Todos solemos tener un número favorito y los hay que cuentan con una gran membrecía, en cambio el prolífico e inquietante número tres, sin ser el más aplaudido, es una dovela clave en nuestra estructura psíquica.

El número tres se encuentra en todas las formas de razonar del ser humano y es considerado número divino por excelencia.

Tres son los elementos de la Triaca alquímica: azufre, sal y mercurio. Los Reyes Magos eran  tres y todas las cosmologías y religiones el mundo son cosa de trinidades.

La mirada filosófica de Karl Popper  dividió el universo en tres “mundos”: el mundo uno, o mundo físico, que incluye la materia y la energía, el tiempo y el espacio incluidos nosotros mismos. El mundo dos, o mundo de la mente, se refiere a la conciencia y los procesos psíquicos. Finalmente, el mundo tres, o mundo de la cultura, que incluye todos los productos de la creatividad del intelecto humano que se atesoran en las bibliotecas y  dispositivos de  almacenamiento imperecederos.

La mirada espiritual  del hinduismo habla del Triokan, dice que el espíritu del ser humano tiene dos moradas: este mundo y el del más allá, sin embargo , existe una tercera morada: la región de los sueños; descansando en esta zona fronteriza, el espíritu  puede observar su morada en este mundo y en el del más allá.

El filósofo Javier Echevarría también distingue Tres Entornos en los que habitamos: el primero es el Natural; el segundo el urbano y el tercero el entorno virtual, la Red.

Más allá de sesudas teorizaciones sobre nuestra esencia, propugno la siguiente tríada prosaica del mundo: Un primer mundo íntimo y pequeñito en el que estamos nosotros solos -rigurosamente solos- en este mundo no hay nadie que no sea nuestras emociones  ilusiones, sentimientos, deseos y afanes innombrables.

Un segundo mundo» privado» construido en el entorno inmediato, un espacio que habitan  la pareja, la familia, los amigos y vecinos,  el entorno laboral…lugares dónde brotan otros sentimientos  distintos a los íntimos.

Y un Tercer mundo que podríamos llamar “tele mundo” que es inabarcable, expansivo, virtual e inaprensible, dónde habitan los iconos  y caratulas de todos los deseos humanos y las orgías de amigos y amigas sin olor.

La evolución de las cosas apunta a que este entorno es dónde más tiempo habitaremos y dónde sólo detalles  Reales nos devolverán al redil de lo íntimo y específico del ser  humano: una enfermedad, una pérdida, una pasión, una oración, una locura o una caricia… cosas capaces de devolvernos al mundo abarcable.

Y Tres eran tres las hijas de Andrés. Tres tristes tigres comen trigo en un trigal. Y Trinidad es el grelo, junto al nabo y la nabiza.