La Voz de Galicia
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Un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Barcelona confirma la realidad de la España Despoblada y también de que el papel absorbente de esta felicidad urbana que nos venden los señores del Aire está concentrando a la gente en unos pocos borrones rodeados de vacios.

 Los jóvenes ya no se marchan de las aldeas para la capital, se van directamente a Madrid y otros a Cataluña. Castilla -León, Castilla-La Mancha, Asturias, Cantabria, Andalucía y Galicia -es decir el interior y norte del país- pierden a sus jóvenes más brillantes.

Es fácil entender que los manchones de tinta señalan  territorios que ofrecen más posibilidades de todo,  tanto como que alrededor  del borrón sólo queda tierra despoblada.

Parece que el sentido que está tomando la evolución es adaptarnos a vivir apelotonados en hormigueros de gente con un trajín vertiginoso y hologramas decorando las fachadas con imágenes bucólicas de lo que fue la España hoy despoblada .

Los borrones son muy  llamativos pero siempre son un error o un descuido del escribiente.

En los borrones no se vive mejor, se vive mayormente enajenado y eso complica las relaciones y envenena los deseos.

Parece que hoy más que nunca los jóvenes persiguen un sueño,  lo que cambia es que ese sueño tiene Amo y no es un amo de los de andar por casa, es un Amo global que lo controla todo y no hay ningún otro poder mayor  que lo amenace.

Sin embargo cabe ser optimista porque dentro de un borrón no puedes esperar otra cosa que no sea que se perfore el papel o que la pluma salga del bache, siga escribiendo y comience cuanto antes el capítulo de la España Repoblada.

No creo que el ser humano del siglo XXI se resigne a sufrir el malestar de esta cultura que en vez de sentimientos de culpa como describía Freud en el siglo pasado, genera frustración al no conseguir la promesa de felicidad tecnológica y urbanita que propone la actual civilización.

No tardaremos en darnos cuenta de que esta nueva realidad es otro acto fallido y volveremos al origen. Nos daremos cuenta de que aún pagando el tributo al señor del Aire que nos conecta a Internet, podemos llevar lo más interesante de la mentira a otro lugar más humano regresando al pueblo o a la ciudad.

Hablando con un carpintero amigo acerca de lo ajetreado que le encontraba siempre, le pregunté sino cogía vacaciones; se le iluminó la cara y me soltó un cómplice: «quince días en Septembro, vou sachar as patacas que é lo que máis me relaxa do mundo. Vou co tractor polo rego….»

Lo dicho: lo sencillo siempre es el último escalón de lo complejo.