La Voz de Galicia
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No es ningún bulo, la neurobiología demuestra con imágenes a todo color los efectos que el clima produce en nuestro cerebro. No podía ser de otra manera cuando el aumento de luz, la humedad ambiente, el viento, la temperatura o la calidad del aire ponen a todo bicho viviente a bailar; hay muchos que se creen de otro planeta y que estos detalles no van con ellos pero se equivocan, todos somos un simple eslabón más del sistema Tierra.

Estas últimas semanas he recibido muchas quejas de gente que se siente agotada, sin energía, cansada y sin otra clínica que lo explique como un síntoma más dentro de los muchos cuadros afectivos que cursan con astenia. Cabe pues considerar el diagnóstico de que lo que está desatando esta sensación de fatiga tiene mucho que ver con este tiempo titiritero que amaga y no da, que carga el aire de ozono y disminuye el oxígeno.

Los seres ciclorítmicos notamos estos cambios en nuestro estado de ánimo, notamos las lunas, la primavera, el otoño ¿cómo no vamos a notar este primaverainvierno que estamos soportando las tribus del noroeste?

No siendo eso, la única hipotesis que le veo   es que se nos haya instalado el muerto que diagnosticaba el genial   Paco Umbral:  El muerto vive, llega como un intruso, nos visita, y de pronto te sorprendes con gestos, ademanes, caídas y renuncias de difunto. Lo sé y pienso “Esto es cosa del muerto». A mí me parece que somos dos, el vivo y el muerto; lo que pasa es que el muerto no está siempre, aparece un día con motivo de cualquier mal rollo que nos impone  la vida, luego nos creemos que ya se ha ido pero vuelve inevitablemente como un caballero estable realquilado…Uno se va acostumbrando a convivir con su cadáver, es incómodo pero a todo se hace uno…Cuando ya has presentado tu muerto en sociedad, cuando lo llevas a todas partes, como un familiar incómodo, cuando ya todo el mundo sabe que eres tú y tu muerto, resulta que un día descubres en el retrete o en  el taxi , que ya eres solo muerto, todo muerto, que el muerto te ha suplantado…En cualquier caso el muerto y yo estamos ahora en un momento de relaciones estables como un matrimonio aburrido, estúpido e irremediable. Cuando pierdo algo, cuando me compro una camisa que no me gusta, cuando cojo un  libro malo que no me interesa, cuando me siento agotado sin motivo aparente -cabría añadir – digo: “esto es cosa del muerto”.

 

Un día el muerto comienza a mandar en nuestra  vida y no sabe, el muy estúpido, que acabando con uno, acaba con los dos…

!Verano ya!