Faro de Estaca de Bares. Con este calor, la brisa que sopla en Estaca de Bares se agradece, vaya si se agradece. No es cuestión de caminar mucho, y menos ahora que los bárbaros civilizadores han llenado de asfalto Estada de Bares. No llamo a la puerta del faro porque sé que Mercedes, la torrera que tan amablemente me acogió en otros tiempos, ya hace que no trabaja aquí. De modo que me abstengo. Sí me paro ante unas obras trabajadas en madera y que llaman la atención. Y es que por Galicia adelante hay artistas ocultos. Y muchos. A lo que se ve, en el faro de Estaca de Bares al menos hay uno.