La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Por tercera vez me encuentro en el colegio St. John’s, un centro católico con 1.500 estudiantes situado en el Camino Inglés, muy cerca de Escocia. Me sigue produciendo la misma impresión que cuando entré por primera vez aquí en el 2016: todo está organizado, todo funciona como un reloj suizo. La disciplina se aprende ya en los hogares (esto es Inglaterra, no el caos latino), pero desde luego se practica de manera radical cuando se pone un pie dentro del St. John’s. Pero no con caras largas y tensión: todo el mundo sabe lo que tiene que hacer, cómo tiene que comportarse, qué se espera de él. Las clases son muy activas, con estudiantes dinámicos y, por supuesto, uniformados.

Uno podría pensar que la ciudad donde se halla, Bishop Auckland, es la capital de la zona pija. Nada más lejos de la realidad: es una zona deprimida, de minas cerradas, de muchas tiendas con la persiana bajada para siempre. Pero tiene una suerte: se ha creado un ente de financiación privada –realmente, de un solo benefactor y filántropo- que apuesta por la cultura, y lo hace con varios millones de euros para reconstruir, consolidar y poner en marcha edificios primero, y el contenido después. Un proyecto insólito que repercutirá en una parte de Inglaterra donde la educación es excelente en edificios –no es el caso del St. John´s- de mucha peor calidad que en Galicia y con 30 alumnos por aula. Porque el dinero es importante; el saber educar, como el St. John’s ejemplifica, mucho más.