La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Copenhague. Salió el periódico, como viene haciendo desde 1982. Y a pesar de que debo de llevar unos buenos miles de piezas publicadas, el corazón siempre da un pequeño vuelco para ver cómo va. Hoy salen casi dos páginas dedicadas a un itinerario cultural que estoy promocionando desde hace años: el de los castillos de A Limia. Son cuatro torres (una en ruinas, otra airosa, dos impresionantes) que fueron levantadas cuando gallegos y lusos andaban a palos. Xinzo de Limia es un adefesio de ladrillo y cemento porque tuvo varios alcaldes (entre ellos el famoso Vila, inhabilitado y luego reelegido, en una muestra de que la idiotez está en todas partes) que se dedicaron a promocionar la especulación. De acuerdo. Pero el paisaje de A Limia, tan anómalo en Galicia, se merece unas horas. Ya no está la laguna de Antela, desecada bárbaramente (la dictadura era así), pero quedan líneas y colores dignos de admiración. Y en ese paisaje se alzan las cuatro torres, A Pena (foto superior), A Forxa (foto inferior), Celme y Sandiás (foto del medio). La desgracia es que las dos primeras están cerradas, si bien su exterior es magnífico. Y eso es lo que hay.