La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Red Natura del río Tambre. Ayer he tenido la perruna idea de coger el coche e irme a Lugo (75 minutos) para asistir al primer congreso sobre la marca Terras de Lugo. Apetecer no me apetecía nada, porque la cosa tenía un tufillo electoral: la Diputación tuvo cuatro años para potenciar esa marca y se le ocurre empezar ahora a moverla, en vísperas de la llamada a las urnas. Justo igual que en A Coruña, donde un teniente de alcalde disperso y de vacua gestión como es Henrique Tello ha hecho lo mismo hace unas semanas.

Pero fui atraído por un técnico inglés y una finlandesa de la ciudad de Turku, antigua capital del país y lugar que conozco de la mano de mi amiga Begoña del Barrio y de Diana Barber. Así que me gasté mi tiempo y mis dineros y me planté en la Diputación lucense, y la primera en la frente: dos encantadoras azafatas me preguntan si estoy inscrito, les digo que no, me identifico como periodista de La Voz y, sonrientes, me dejan pasar pero se niegan en redondo a darme un folleto de distribución gratuita y que se reparte a quien lo pide. Es más, lo mandan a los establecimientos hosteleros. Y les sobraban, conste.

Asciendo unas escaleras rumbo a la sala donde comienza en esos momentos la intervención del británico James Turner y me frena amablemente otra mujer. En el pasillo están entrevistando a la sacrosanta vicepresidenta tercera del ente, María Xosé Vega, y no se puede pasar para no desconcentrarla. En esos minutos me pregunto si esta señora no tiene despacho pagado con mis impuestos. O que la entrevisten en el recibidor, o en el pasillo de al lado, o en el bar de enfrente, o donde quiera menos aquí. Pero no. Sólo nos faltaría que metiese la pata por mi culpa. Así que nos juntamos pacientemente tres personas hasta que su excelencia tuvo a bien parar de hablar. ¡Y no era para televisión!

La conferencia de James Turner no aportó absolutamente nada. Mal apoyada visualmente, el hombre creyó que venía a un país del tercer mundo (no se admiten ironías, advierto) y dijo lo que este periódico en general y este cronista en particular vienen repitiendo desde hace mucho tiempo. Y la sociedad inglesa, además, no admite comparación con la gallega.

El plato fuerte era la responsable del turismo en Turku, puerto de salida de peregrinos a Santiago desde tiempos medievales. La sorpresa general fue mayúscula cuando volvió al estrado James Turner con su presentador -otro británico- y conectaron por Skype con la conferenciante, que se hallaba en… Turku, aseguró en dos o tres minutos que no se encontraba bien (aunque no lo parecía), desconectaron y el presentador habló, apoyado con cuatro diapostivas que no paraban de aparecer (yo tengo unas 200, podían habérmelas pedido), de las características de la ciudad. Pura introducción a vulgar folleto publicitario. La intervención langideció, el hombre no podía hacer frente a ninguna pregunta porque lo ignoraba todo y, en fin, como el pasillo ya estaba libre porque no entrevistaban en ese momento a la señora vicepresidenta tercera, pude ganar la calle, pagar el aparcamiento (de mi bolsillo, no del de La Voz) y regresar al trabajo con el profundo sentimiento de haber sido estafado.