La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Moussy le Vieux. ¡Esto es París en estado puro! Hemos salido de Opera –o sea, el centro-centro- y para llegar a la Periferique hemos ido a una media de 4 por hora según el ordenador del Ford que me tocó en suerte en el alquiler (o sea, igual que caminando), con miles de coches, algunos bocinazos, una enorme tensión en el cuerpo y los chicos desesperados sin entender nada. Menos mal que Martín decidió echar una cabezadita y el pobre no sufrió lo que su padre. El consumo del coche fue de 66 litros a los 100 kilómetros. No quedó plazoleta sin atasco constante gracias a que todo el mundo se salta a la vez los semáforos, en una imagen que convierte a Madrid en un paraíso y ya no digamos a Roma. Ignoro si en Caracas el caos bullicioso es mayor o menor, pero juro que no resulta agradable esperar el mismo semáforo siete veces y pasar a la octava. Y a la brava, porque si no seguiría allí.

Una vez en la Periferique la cosa fue más rápida, y al fin logré salvar la distancia de 38,8 kilómetros en una hora y 57 minutos (la media debe dar unos 18 km/hora o un poquito más), mientras veía un atasco en la autopista A1, dirección corazón de París, de más de 10 kilómetros, con los coches totalmente parados y sin que hubiera accidente alguno.

Cuando llegué a la Gansouille, algo histérico, se lo dije a Patrick. No se apeó de su sonrisa: “Esto es París”, me dijo.