La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Aeropuerto de Charles de Gaulle (París). Yo creía que Orly, en el sur de París era el aeropuerto más caótico del mundo. Pues no. Nada comparable al de Charles de Gaulle, en el norte de la capital francesa y mucho mayor. Una anarquía de edificios totalmente separados unidos por un laberinto chapucero de calles y callejuelas a cuál más estrecha, con carreteras con pasos a nivel porque despega un airbús y hay que pisar el freno a tiempo… Cuando uno sale de una terminal vale más que coja un autobús o taxi, porque llueva, truene, nieve o hace sol se verá en la tesitura de caminar durante cerca de 10 minutos con todo lo que lleve encima –en este caso tres hijos y dos maletones, además de la intendencia pequeña- hasta dar con un lugar de donde sale el tren automático que comunica todas las terminales. Nuevo problema, porque no todos los carritos de niños caben entre los bolardos, así que a desmontar todo, a meterse en el ascensor, a salir, a montar todo de nuevo y al tren. En total, entre pie a tierra y subida al coche de alquiler, la friolera de una hora y cincuenta minutos.

Y luego, la traca final: un enorme subterráneo todo en obras. Y nadie absolutamente nadie. Lo que generaba a las 10 de la noche una imagen de película de terror.

¡Y después dicen de la T4, esa maravilla arquitectónica, útil y práctica, clara y diáfana! Los que lo duden, que se den una vuelta por Charles de Gaulle, viejo general que si levantara la cabeza sacaría a relucir su fortaleza de carácter para renegar de sus actuales compatriotas chapuceros.