La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Copenhague. Mi amigo y excelente gurmet Telmo Rodríguez, bloguero él y tertuliano gastronómico en una emisora de radio, se ha leído un post anterior y me ha mandado un sms acusándome poco menos que de tongo porque no he escrito ni una línea justo de lo que a él le interesa: la papancia, qué he comido en la maravillosa isla de Fjäderholmarna, en el archipiélago de Estocolmo. Así que habrá que hacerle un poco de caso por aquello de que no procede romper las amistades por tan poca cosa.

A la hora de comer me refugié en el Rökeriet, un conjunto de tinglados de pescadores astutamente recuperados para la hostelería, sin aditivos que llamen demasiado la atención. Saben que son, sobre todo, un sitio turístico, y la amabilidad rebosa tanto como la jarra de agua que colocan automáticamente en la mesa. Y ni frío fuera ni nada: el agua rebosa porque le han puesto hielo, inveterada costumbre sueca.

Venden como la gran cosa sus gambas ahumadas. Y son eso: gambas cocidas, lógicamente frías, y ahumadas, acompañas de salsa ali-oli. Pero entra la fama que le ponen, los tres tipos de pan con mantequilla que llegan al mismo tiempo que el agua y que no cobran aparte, y la cuidada presentación parece un plato de sobresaliente cuando en cualquier lugar de la costa gallega podía ser vulgar.

Ese fue mi primer plato. De segundo, salmón también ahumado, servido en lonchas gruesas, con patatas tempranas cocidas y salsa de nata amarga. Otra nota muy alta. Pasé de postre, y el café ni probarlo.

Queda el precio: igual que en España, excepto las cervezas, pero ya se sabe que en Suecia el alcohol no es barato. Pero en fin, también son las primeras que me meto en el bandullo en estos cuatro o cinco días.