La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Teaño (Cuntis). Fin de semana de relativo relax. Relativo porque hubo que meter en el Jeep cosas para corregir, cámara de fotos, magnetofón, cámara de vídeo, bloc y bolígrafo. O sea, trabajo. Pero relajado porque se trataba de dar un repaso a la zona de Cuntis, que por cierto aparecerá el próximo domingo a doble página en La Voz de Galicia. Así que llenamos dos coches y nos plantamos en Casa Sueiro Coro, Martín, Rafa y Sole porque, curiosamente, estos dos últimos no conocían esa apacible parte de Pontevedra.

En fin, lo de siempre: sería largo relatar las peripecias, incluso las desarrolladas en torno al instrumento del monje (el que fabricó por primera vez el queso de Palo Santo que con tanto éxito venden en la Central Lechera Gallega, en la salida hacia Caldas), o en lo bien que sabe un buen cava a la luz de la luna, invitación de María José, la propietaria de Casa Sueiro.

Pero lo que a mí me interesaba de verdad era probar el menú del Outono Gastronómico. El Outono Gastronómico es una iniciativa de Santiago Bacariza, aunque él va a negarlo y dirá que su jefe, etc., etc. Se trata de poner un menú a precio fijo (25 euros IVA incluido) o por 100 con habitación doble y desayuno. O sea, probar las muy buenas artes gastronómicas del turismo rural gallego.

El caso es que habíamos avisado que queríamos dos menús para vegetarianas y dos menús para carnívoros, unas y otros ocasionales. Una descripción lo más aséptica posible porque a los periodistas no nos pagan por darle jabón a nadie (al menos a mí) incluye el decir que al sentarse -comedor muy agradable, cubertería y vajilla a años luz de la vulgaridad- ya están colocados unos quesos de Palo Santo al orégano, muy bien presentado. El primer plato fue crema de cabaza como a preparaba a bisavoa Ignacia, también con una presentación elegante por su sencillez. Mis colegas de mesa la alabaron al unísono, algo de lo que yo me abstuve porque, sencillamente, no la probé. En el segundo plato, las divergencias: revolto de verduras de tempada e cogomelos, con ovos do galiñeiro, para la señoras, y raxo con castañas e mazás estilo Castrolandín para la clase de tropa. Y más divergencias: yo defiendo el raxo, pero no falta quien asegure que mejor estaba el revuelto. Coincidencia: uno y otro, de notable. Y en tales cantidades que las noces do Brixel con mel de Teaño acompañadas de requeixo pasaron con menos gloria de la que se merecen. Todo ello con un Azpilicueta 2001 Reserva, curioso, y la sobremesa que ya no es para contar.

María José jura que las cantidades siempre son las mismas, y no seré yo quien dude de su palabra. Y yo, que salí una vez más encantado de Casa Sueiro, me pregunto cuál es la ganancia económica, porque hay cocinera profesional que se supone que cobra a final de mes. En fin, me pregunto cómo es que no hay avalancha sobre los establecimientos de turismo rural adheridos al Outono Gastronómico. Se lo preguntará a Santiago Bacariza en cuanto le eche el ojo encima.