La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Playa de As Furnas (Porto do Son). Desde hace meses he intentado reservar una habitación en el hostal Furnas, en la playa del mismo nombre, territorio de Porto do Son, y fue imposible. Lógico. El personal –y me refiero a los turistas y visitantes en general- alquila en estos meses por semanas o quincenas y no nos deja hueco a los que queremos pasar en ese sitio una o dos noches. Pero me he llegado hasta allí para ver si mantenía el tono del año pasado y admirar los enormes arenales de Sieira y Xuño, que vienen siendo el mismo, uno solo, separados por una pequeña punta granítica que es donde comenzó el principio del fin de Ramón Sampedro, ese tetrapléjico cuya odisea vital sirvió de argumento a la premiada Mar adentro.

Boca do Río, la esquina de la playa y lugar óptimo para ir con niños ya que allí desemboca mansamente el río Sieira, está igual que el año pasado. O sea, sucio. “Empezaron a limpar a semana pasada”, me informa alguien. En fin, parece que cuesta enterarse que siempre, sin excepción, después de primavera viene el estío y que eso permite una planificación mejor que la actual.

El único cambio a la altura del hostal-restaurante es que en una caseta se reparten, entre otros, dos folletos bilingües del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino (gracias, Elena Espinosa) con los que es posible informarse sobre la vida salvaje que bulle en la arena. Buen diseño y texto claro. Uno de ellos se titula O fráxil mundo de area depende de ti, un tríptico bien hecho con consejos y peticiones. Me dan ganas de coger uno más y llevárselo a la honrada bañista que en Boca do Río pasa de todo y ha llevado su perro a la playa (¡toma ya, conciencia ciudadana!).

No sé si las líneas anteriores dan imagen positiva o negativa (incluso alguno de mis jefes cree que yo soy muy crítico, aunque mi opinión es otra bien distinta), pero finalizo dejando claro una cosa: el paraje, las playas, los montes de Barbanza… son impresionantes. Merecen la pena, abofé.