La Voz de Galicia
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Esta semana saltaba la noticia: El director de la Agencia Española de Protección de Datos se reúne con sus homólogos de las Agencias autonómicas. Desgraciadamente, la gallega no está entre ellas.

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En estos momentos, somos la única de las llamadas “Comunidades Históricas” que no tenemos este fundamental organismo. Tanto Cataluña como el País Vasco la tienen, además de Madrid que tiene tanto la central como la autonómica.

Pero, me diréis, ¿para qué sirve una Agencia de Protección de Datos?

Pues bien, una APD es un ente público autónomo que tiene como misión fundamental velar por la aplicación de la Ley Orgánica 15/1999 de Protección de Datos (LOPD) en su ámbito de competencias. Aunque su Director es nombrado por el Gobierno (a propuesta de un Consejo Asesor), su independencia está reconocida y reforzada por su inamovilidad en el cargo durante su mandato (el cuál usualmente suele coincidir entre gobiernos de distinto signo).

Por otro lado, y por imperativo legal, la APD no depende jerárquicamente de ningún Ministerio ni Consejería, teniendo total autonomía organizativa y funcional.

Entre sus variadas competencias, destacan las propias de inspección y sanción. Aquí las autonómicas se diferencian principalmente de la central en que las primeras sólo asumen dichas funciones respecto a las propias administraciones públicas locales y autonómicas de su Comunidad, mientras que la AEPD las ejerce tanto sobre el resto de administraciones como sobre todo el sector privado nacional.

¿Por qué entiendo que es fundamental tener una APD en Galicia?

Podría destacar varios motivos, como la aplicación del principio de subsidiariedad europeo, el no depender de Madrid a efectos de inspección y sanción de nuestras administraciones públicas locales y autonómica, o la necesidad de proteger un derecho fundamental desde nuestra propia tierra en un ámbito en plena expansión como es el de la administración electrónica o las redes sociales, pero voy a centrarme sólo en uno: en su fundamental papel para la formación, sensibilización y asistencia de nuestro sector público (y privado) en la responsabilidad de la protección y buen uso de los datos de todos los ciudadanos residentes en Galicia.

En la experiencia de otras Comunidades Autónomas, esto ha supuesto una aportación fundamental de sus Agencias que, desgraciadamente, no puede ser abordada en toda su amplitud por una AEPD central, cada vez más saturada y centrada principalmente en labores de instrucción y sanción.

Un ejemplo de ello ha sido, sin duda, la importantísima labor desarrollada en este sentido de la Agencia de Protección de Datos de la Comunidad de Madrid. La misma, lejos de convertirse en referente coercitivo, se ha centrado especialmente en tareas de difusión y concienciación tanto de sus administraciones «tuteadas» como del público general. Así lo avalan sus más de 30 libros especializados publicados y más de 50 seminarios y jornadas de formación impartidas a todos los niveles y campañas de sensibilización dirigidas al público sólo en lo últimos tres años.

Éste es el modelo que están imitando también el resto de Agencias autonómicas. Sus resultados, hablan por si mismos: unas administraciones públicas mucho mejor adaptadas a la LOPD y sensibilizadas respecto a la privacidad de sus ciudadanos. Esta labor social, sin duda, ha sido fundamental, diferenciadora y muy valorada por el resto de agentes públicos y privados de sus respectivos ámbitos de actuación.

¿Para cuándo una “Axencia Galega de Protección de Datos”? Esperemos que no pase mucho tiempo antes de que un Director de la AGPD represente a Galicia en una futura reunión de Agencias a nivel nacional.