La Voz de Galicia
Serantes
Tecnología y productividad en movilidad
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Haber tenido el iPhone original se está convirtiendo en un tormento. Desde que en el año 2007 conseguí un iPhone «americano» no he dejado de caer en la estrategia de Apple. Año tras año la misma cantinela: «El próximo no lo compro». Y cada año la digestión de mis propias palabras, se ve que lo de tropezar en la misma piedra no lo llevo demasiado bien.

Ayer llegó el nuevo iPhone 7. Negro como el carbón, bonito a rabiar y útil…tan útil como los modelos de los últimos dos años. Seguro que si voy a a la página de comparativa de modelos de Apple veo que tiene un montón de megapíxels más en su cámara delantera, que graba vídeo mucho más nítido o que el procesador táctil ha sido mejorado, pero eso no importa tanto como que es el último. He tenido todos, ¿no iba a tener este?

Algo irracional sigue sobrevolando la marca, Apple llama la atención, pierde brillo con el tiempo, se dice que se ha estancado y que nada es lo mismo, pero producto tras producto los usuarios más o menos fieles seguimos pasando por caja y los accionistas siguen confiando en la gestión de Tim Cook, el CEO que ha sido capaz de hablar como si hubiese olvidado a Steve Jobs. 

Los iPhone seguirán llegando a mis manos y yo seguiré diciendo que este es el último, que Android ya es mejor que iOS, que las gamas medias son los nuevos iPhone-killers y que no hay necesidad de gastar más de #CienMilPesetas en un te-le-fo-ni-to (voz de madre).