La Voz de Galicia
Serantes
Tecnología y productividad en movilidad
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Llevamos una velocidad que no podemos mantener. Trabajamos con equipos que hacen muchas cosas y las hacen muy rápido y muy bien. Trabajamos con personas que hacen muchas cosas, pero quizá no tan rápido y quizá no tan bien. En medio, a la velocidad a la que navegamos, en muchas ocasiones no somos capaces de encajar los equipos, sus resultados y los resultados de las personas con las que trabajamos.

Hace algunos años compartía los seminarios para empresas que impartía, con un compañero. Un sabio veterano que además de impartir la mitad de la sesión, me ensañaba cómo hacerlo y se ocupaba de inocularme todo su conocimiento acumulado. Eran otros tiempos, ni mejores ni peores, por supuesto diferentes. Hoy ya no está, pero me dejó muchos consejos, anécdotas y sobre todo recuerdos aprendidos. Se echa de menos.

Eramos un conjunto singular, porque él atesoraba experiencia, conocimiento, serenidad, humildad y enfoque. Yo ninguna de estas características, solo tesón, pasión, energía, ganas de aprender y  capacidad para ello. Un conjunto que funcionaba, un conjunto complementario.

Quizá el mayor de los aprendizajes con los que me quedé fue el que me demostró en varias ocasiones cuando se presentaban situaciones en las que no todo dependía de uno mismo. Cuando dependes de un tercero, nada es seguro. Si todo sale bien, entonces adquieres confianza con ese otro; si algo sale mal, aparecen los reproches. Los temores se presentarán siempre a partir de entonces y la relación será muy diferente.

Él me enseñó, sin decirme nada (la mejor forma de enseñar) que la forma en la que yo afrontaba esos momentos en los que otras personas no cumplían, no estaban a la altura, o fallaban, no era la adecuada. Cuando eres joven e impetuoso y alguien no actúa como tú esperas, la rabia, la ira y el coraje es probable que hagan presencia y te lleven a juzgar de forma precipitada o de forma errónea. Yo actuaba así en muchas ocasiones y en muchas estaba errado. En algunas de esas veces era tan culpable de que las cosas no saliesen bien como el que yo hacía culpable del error. Bien no había dicho lo que quería o esperaba explícitamente, o no había hecho todo lo posible para que las cosas fuesen más sencillas, o directamente me había equivocado en la persona a la que había encargado la tarea. Era mi propio error.

La forma en la que él me enseñó a afrontar ese tipo de situaciones caló en mí. Cuando alguien a quien necesitábamos para sacar adelante un futuro programa de formación, un ciclo de seminarios, o una simple conferencia nos defraudaba, siempre, en todo momento, su primera frase sobre el asunto era: «¿Qué le habrá pasado a X para hacer esto?» Esta frase es muy poderosa. Si eres capaz de mantener tu rabia y retraer tu genio para pensar en qué le pudo haber pasado a alguien para fallar, habrás ganado una batalla muy importante.

Nadie quiere hacer las cosas mal de forma habitual. Todo el mundo quiere cumplir. Esto es algo que a veces olvidamos y en el entorno en el que estamos, rápido, de urgencia continua, todavía vemos más lejos estas premisas. En ocasiones la distorsión de la realidad nos puede hacer pensar que lo hacen mal para fastidiarnos. Normalmente, nada más lejos. Lo habitual es que haya pasado algo, que no te han explicado, que no te saben explicar o incluso que no te pueden explicar porque tú ya te has cerrado en banda.

Si quieres saber por qué alguien no ha cumplido con lo que esperabas de sus actos, lo mejor es que primero te preguntes por qué no habrá cumplido, qué le habrá pasado, y luego, que te preguntes a ti mismo si no podrías haber hecho alguna cosa más. Por último, y casi nunca contemplamos esta opción, deberías de preguntarle abiertamente a quien ha fallado, qué le ha pasado para hacer eso así.

Lo que viene por delante es todavía peor de lo que estamos viviendo. La velocidad de las cosas, de la información, de las cosas que nos tocará vivir, aumentará. Y seguiremos dependiendo de otras personas para que las cosas salgan bien. Si somos capaces de pensar que los demás nos quieren ayudar y no poner freno a nuestra velocidad, entonces, podremos mantener el rumbo, podremos mantener el ritmo.