La Voz de Galicia
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El carné por puntos de Zapatero marcó la pauta para el descenso de la mortalidad en la carretera. Rajoy tiene ahora sobre sí la responsabilidad de mejorar las cosas, de aumentar la esperanza de vida al volante. Y lo hace con una nueva reforma de la Ley de Tráfico que apunta directamente a aspectos que interfieren en la seguridad vial: el alcohol y las drogas, con multa de 1.000 euros por reincidir en la alcoholemia o por duplicar la tasa legal, o por la sola presencia de drogas en el organismo. Menos seguro parece el futuro aumento de la velocidad máxima hasta 130 por hora. Un acelerón, cuando menos, arriesgado.