A propósito de Pennac y el mal de escuela (2)
Bastantes años atrás me hicieron intervenir repetidamente en un curso que impartía mi universidad para profesores jóvenes. Era sólo una sesión de dos horas sobre asesoramiento de alumnos. No sabía qué decirles –yo era joven también– y les contaba historias que me parecían ilustrativas de cómo son los estudiantes, cómo los profesores y cómo deben relacionarse.
Pero en el fondo, querían algo más teórico o más práctico. Querían un método, sobre todo los que procedían de Pedagogía. Llegado ese momento, ya me atrevía a pronunciar la única abstracción de la que estaba realmente seguro, pero que callaba al principio por miedo a parecer cursi: “Se trata de quererles mucho, y de volver todos los días a casa con las manos en los bolsillos, silbando”.
Obviamente, como tantas veces, no hablaba de lo que yo hacía, sino de cómo pensaba que deberían ser las cosas. Además, no me gusta silbar.
Hubiera … Seguir leyendo