La Voz de Galicia

Saltar del pelotón

Escapar del pelotón no es cuestión de piñones, sino de cabeza y corazón, de meses de entrenamiento en carreteras inhóspitas:  kilómetros de soledad por los arcenes del invierno antes de llegar a la base de Alpe d’Huez y decidir, como Carlos Sastre, irse solo para arriba.
En el pelotón te cansas, por supuesto, pero vas bien: te relevan, puedes acoplarte en medio del grupo y dejarte llevar. Eres un gregario o tienes tus gregarios, que hacen el trabajo: te esperan si hace falta, te suben bidones o un plátano, te tapan el aire, te protegen en los abanicos, te aupan en las cuestas, aunque tú tengas que dar siempre pedales. Los rivales te vigilan, pero con mirada tranquila si ven que sigues allí. Les preocupa poco que encabeces el pelotón y mucho que te quedes algo, para surgir, de repente, con plato grande y piñón pequeño como un cohete que … Seguir leyendo