La Voz de Galicia

¡Al sótano!

Siendo un párvulo de segundo año, estaba tan tranquilo en mi pupitre y de pronto se abrió la puerta con mucho estruendo y apareció mi hermano llorando. Venía en mi busca, perseguido por una profesora, porque una avioneta había hecho un vuelo rasante sobre el colegio nacional en el que estudiábamos y Luis pensó que se avecinaba un bombardeo y quería morir conmigo. Mientras me abrazaba, la profesora que lo había perseguido sin éxito por el pasillo comentó: «A saber lo que le cuentan al niño en casa». Me sentí muy culpable. Por entonces, padecía obsesión con la guerra y, muy especialmente, con los bombardeos, materia frecuente de mis pesadillas nocturnas, y ya de día, tendía a dibujar aviones lanzando toda clase de munición sobre barcos y ciudades. Eso era lo que le enseñaban a mi hermano en casa y se lo enseñaba yo.

Aunque ya no sufro tales pesadillas … Seguir leyendo

Robar o no robar

El

relato periodístico de lo que han hecho durante años Ausbanc, supuesta protectora de los usuarios bancarios, y Manos Limpias, supuesta defensora de la justicia, me ha recordado un cuento y lo he releído. Porque en estos asuntos, como en el cuento, parece que todo el mundo sabía. Todos estaban al tanto y hubiera sido imposible semejante actividad chantajista sin la anuencia de otros que, quizá, operaban con criterios oscuros que los convertían en presa fácil. Dibuja una figura negra de nuestra sociedad en la que, por cierto, apenas comparecen los políticos. Si acaso, por omisión: porque seguro que también ellos sabían. Pero ni Ausbanc ni Manos Limpias ni las decenas de fregados comparables que se han ido descubriendo en los últimos meses -papeles de Panamá aparte- aparecen protagonizados por políticos. El problema con la corrupción no es un problema de corrupción política, sino de corrupción social, intestina.

En su … Seguir leyendo

Infierno y paraíso

Cuanto menos se cree en el infierno, más se anhela el paraíso. El paraíso fiscal, por supuesto. Los papeles de Panamá lo demuestran. Apenas un despacho de uno solo de esos paraísos, no precisamente el más prestigioso, y? miren lo que sale. Mientras andamos entretenidos con nombres y nombrecitos, con la exigua presencia de ricos y políticos americanos, mientras le atribuimos la filtración a la CIA, que quiere cerrar las tuberías por las que circula el dinero de la droga y del tráfico de armas, el dinero que comercia con Corea del Norte, con Siria o con Irán pese a las sanciones internacionales, mientras nos entretenemos en todo eso, pocos se fijan en lo fundamental.

La filtración más grande de la historia apenas boceta el paisaje: Zucman, en su libro La riqueza oculta de las naciones, decía (2015) que un ocho por ciento de la riqueza financiera mundial se … Seguir leyendo

Sin distinción

La ideología de género, contra lo que pueda parecer, procede de una elaboración lenta y meticulosa en algunas universidades estadounidenses y se basa en algunos datos objetivos, porque en otro caso parecería inverosímil y contraria al sentido común. Desde el principio, los investigadores del área percibieron la importancia de la retórica, porque más que a un problema científico se dedicaron a una causa y, para cambiar las cosas, advirtieron que tenían que cambiar antes las palabras y neutralizar ese sentido común. Empezaron por llamarle género al sexo, de modo que una realidad biológica fácilmente comprobable se convirtiera en una abstracción gramatical y, por tanto, en condiciones de ser discutida y reformulada al antojo de cada quien.

Luego cargaron de matices negativos ciertos vocablos. Quizá el que más vejación ha sufrido sea el término padre y cualquiera de sus derivados, muy singularmente paternalismo, que por las razones que sean, … Seguir leyendo

Palabra y espectáculo

Me da la impresión, acaso demasiado particular, de que el volumen de conversaciones de carácter político ha bajado en las casas y en las calles, en los bares y en las oficinas. Se ha instalado en su lugar un cierto hastío, un aburrimiento muy parecido al que padece la persona que ha gastado demasiadas horas seguidas ante el televisor y, a través de la modorra que le impide moverse aún del sofá, se infiltra en su conciencia un sentimiento incómodo: el de haber perdido el tiempo. La comparación tiene más sentido porque nunca como ahora la política se resuelve en imágenes televisivas, en gestos y posados, en juegos de espejos y paripés que tienen al ciudadano ahíto, empachado. Mucha imagen y poca palabra.

Cuando la imagen sustituye la palabra en lugar de ilustrarla, ocurre exactamente eso: que la reemplaza, y que al reemplazarla obliga a pensar con imágenes en vez … Seguir leyendo