La Voz de Galicia

¿Pro-gra-ma?

En junio del año pasado Pablo Iglesias publicó en The New Left Review un artículo al que ya me referí aquí hace meses. Decía entonces cuál era su «objetivo vital» para las elecciones generales: «Sobrepasar al PSOE». No lo consiguió, pero sí ha producido la situación poselectoral que pretendía: «El PSOE quedará atrapado en la contradicción entre la lógica de Estado y sus intereses partidistas, y no está claro cómo la resolverá». Exacto.

No cabe discutir que Podemos, sin sobrepasarlo, ha bloqueado efectivamente al PSOE en el dilema lógica de Estado/intereses partidistas. Solo que lo ha dejado sin salida, porque en realidad cualquier opción perjudicará sus expectativas de voto a corto plazo, incluso la que supone nuevas elecciones. En este contexto hay que entender los gestos de ayer: uno ofreciendo apoyo y pidiendo la vicepresidencia y otro insistiendo en que el electorado no entendería que Pablo y él no llegaron … Seguir leyendo

Vanidad narco

A los narcos casi siempre les pierde lo mismo: la vanidad. Suelen ser muy inteligentes y duros, pragmáticos. Se acostumbran pronto a ganar tanto dinero como quieren, mucho más del que necesita un país entero de buen tamaño: recordarán que Pablo Escobar se ofreció a pagar él solito la deuda externa de Colombia o que, como ya no sabía qué hacer con tantos billetes, como no había lavadoras de dinero capaces de procesar tanta colada, los metía bajo tierra y aún siguen apareciendo. Se acostumbran también al poder: controlan ejércitos de sicarios, disponen de medios avanzadísimos, no se paran a contar los muertos porque la gente les pertenece. El negocio funciona así: les sirves o no. Lo tienen todo, pero pasan la vida escondidos y parece improbable que la historia termine tratándolos bien.

Por eso encargan corridos que canten sus hazañas y mausoleos enormes que las recuerden. Vale la pena, … Seguir leyendo

Asco

Los servicios secretos europeos alertaron de posibles golpes terroristas la noche de fin de año en Bélgica y en la estación de Múnich. Al final, los belgas cancelaron las fiestas, con lo cual los terroristas consiguieron lo que pretendían, amedrentar, sin despeinarse ni inmolarse ni nada. Y lo de la estación no ocurrió en la de Múnich, sino en la de Colonia y en muchas ciudades más, solo que utilizaron una modalidad no esperada por los servicios secretos, sin bombas ni suicidas: la humillación de las mujeres y de todo Occidente en ellas. Y de paso demostraron la capacidad de movilizar a un auténtico ejército de varones.

Conviene que diagnostiquemos bien, no vaya a ser que, por no reconocer esta sorprendente fórmula terrorista o por no querer verla, reaccionemos exactamente como esperan: exasperando la islamofobia, aupando a la extrema derecha, desconcertando a la extrema izquierda -que ya no sabe qué … Seguir leyendo