La Voz de Galicia

Quizá recuerde mal, pero los mismos que, a la vista de la encuesta del CIS, dicen ahora que el bipartidismo no está muerto son los que certificaron su defunción hace unos meses, pocos. Quizá recuerde mal, porque también algunos dijeron, a raíz de las municipales, que el independentismo catalán andaba de capa caída y ahora no hablan de otra cosa. Bastó con que Mas agitara el muñeco. Tampoco recordaba que la Iglesia hubiera excomulgado jamás a los divorciados que se hubieran vuelto a casar, pero ayer era noticia en todo el mundo que no excomulga a los que nunca excomulgó. Soporto una fama merecida de olvidadizo, lo advierto.

Pero también cabe que nos hayamos vuelto olvidadizos todos a fuerza de vivir en un presente pantanoso, asentado en eslóganes movedizos, en oportunismos de la política, el dinero y la propia conveniencia, sin una estructura cultural de solidez bastante para aguantar en tierra firme tanta inestabilidad. Necesitamos intérpretes: gente que sepa explicar lo que ocurre y darle sentido. Por eso gustan tanto los tertulianos, pese a que la palabra se haya vuelto malsonante, casi un insulto. No tienen la culpa ellos, sino nosotros, que ponemos el libro de la Olvido al lado del de Pérez Reverte y luego montamos un pollo en Twitter para que ambos vendan más. ¿Cómo vamos a recordar que el independentismo catalán o el bipartidismo agonizaban?

Cambiar de idea cuando cambian los datos no solo es bueno, sino inteligente. Cambiar de idea sin que cambien los datos o mantenerla aunque muden es de ceporros: la gente ha vuelto a las autopistas, a comprar coches y casas y a veranear mientras insistimos en que la recuperación económica solo llega a los bancos.

La Voz de Galicia, 8.agosto.2015