La Voz de Galicia

Leo siempre a George Friedman con interés y cierta prevención. Con interés, porque sus análisis geoestratégicos y sus previsiones raramente fallan (vaticinó hace cinco años, por ejemplo, que Rusia invadiría Ucrania en torno al 2014). Con prevención, porque sus propuestas, a veces, parecen demasiado cercanas a ciertos intereses. Me sorprendió su reciente análisis sobre los cinco principales acontecimientos del año 2014: el persistente declive de Europa, la crisis Rusia-Ucrania, el desajuste de la economía global, la desintegración del mundo diseñado por Mark Sykes y François Georges-Picot, los diplomáticos que, después de la Primera Guerra Mundial, redibujaron el mapa de la región que va del Mediterráneo a Persia.

A estos cuatro hechos añade Friedman un quinto: el nacimiento de sus nietos Asher y Mira. Reconoce que la importancia de este último elemento es mucho menor, pero lo menciona porque para él tiene una significación enorme y le importa mucho. Concluye que las personas avanzamos así a través de la historia: condicionadas por los acontecimientos, pero luchando nuestras vidas.

La Historia nunca se hace cargo de las historias. Estos días de cambio de año se multiplican las crónicas sobre lo que nos espera en política, en economía, en deportes. En todo menos en nuestra vida, que es sobre la que tenemos verdadera capacidad de decisión, aunque estemos condicionados. Esa crónica hay que escribirla a solas y en primera persona, después de evaluar lo vivido. Quizá, como en el mundo, encontremos algún declive, algún desajuste, algún mapa que se ha ido al garete, pero también muchos motivos de esperanza, cercanos y con nombres propios, como los nietos de Friedman.

Publicado en La Voz de Galicia, 3.enero.2015