La Voz de Galicia

Ayer hice recuento. Los números asustan. Resumiendo mucho, en los últimos cuatro meses se están vendiendo más cazas, tanques y misiles que en los años anteriores. Unos deciden armar a terceros y otros con presupuestos de armamento habitualmente bajos -los países nórdicos, por ejemplo- deciden que su área se ha vuelto peligrosa e incrementan sus gastos militares. Las noticias de esta índole son casi diarias. Se prevé un buen año para la industria armamentística. Lo necesitaba.

En el 2012 su facturación cayó por primera vez, pese al fuerte rearme chino en el que se excusan ahora los japoneses para incrementar también sus compras. Los datos del 2013 no habrán sido mejores. Causantes: la retirada americana de Irak y la crisis económica europea. Una y otra supusieron un notable recorte en el gasto militar a ambos lados del Atlántico. Con el agravante de que, en el comercio legal, Europa y Estados Unidos trabajan con severas restricciones a la exportación, de modo que unos son los principales clientes de los otros y viceversa. Por eso en estos dos últimos años se están revisando los criterios para las ventas internacionales de este tipo de equipos. Revisarlos significa, claro, flexibilizarlos. Lo pide a su Gobierno el sector alemán y los sindicatos -cien mil empleos directos-, por ejemplo. Y Obama se lo ha prometido a los suyos, con el pretexto de que tienen que mantener la capacidad innovadora y la base consolidada ejército/industria/ciencia.

Ya estarán todos tranquilos: el Estado Islámico les permite armar a los kurdos y a quien haga falta y Rusia les ha hecho el trabajo con los países nórdicos y con los de su frontera. Enhorabuena a todos. El cuatro por ciento del PIB mundial sigue a salvo.

La Voz de Galicia, 6.septiembre.2014