La Voz de Galicia

La idea de una gran enciclopedia abierta a todos los asuntos y escrita por quien quiera parece, de entrada, muy atractiva: una especie de democratización de la verdad. El único problema radica en que la verdad no es democrática, porque si depende de mayorías dependerá también de quién controle las mayorías. Se ve en la Wikipedia, convertida en sinónimo de lo dudoso o inseguro, de lo no fiable. Los profesores alertan a sus alumnos para que huyan de ella o sospechen de sus contenidos, pero sus entradas suelen figurar entre las primeras que devuelve cualquier buscador y… ahí caen muchos estudiantes y no pocos periodistas, razón por la que entre las decenas de miles de editores de la Wikipedia escasean los expertos y abundan quienes trabajan para las agencias de relaciones públicas, los gabinetes de los políticos y los asesores de los lobbies empresariales o ideológicos.

Hace años quise arreglar una página disparatada sobre algo que conocía bien. Introduje datos reales en lugar de los inventados y empeoré las cosas: alguien entró inmediatamente después, dejó algunos de los datos que aporté y repuso buena parte de los erróneos o maliciosos, de modo que conseguí dotar el texto de una credibilidad de la que antes carecía. Así que, o me metía en una guerra con editores anónimos o lo dejaba estar. Lo dejé estar y no he vuelto a pasar por la Wikipedia.

Una cosa es democratizar el conocimiento y otra, democratizar la verdad. Cuando se pone en manos de la masa, la verdad se reduce a un asunto de dinero, como la Wikipedia: una propiedad privada moldeable al gusto de quien pueda pagarla.

Publicado en La Voz de Galicia, 3.mayo.2014

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