EGM prensa España y Galicia
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Un artículo que publiqué hace unos meses en Nuestro Tiempo y que se me había quedado por ahí. Empieza así:
… Seguir leyendoMi madre lee el periódico con cuidado, con precaución casi extrema, como si las páginas estuvieran llenas de tramperos que anclan cepos entre las líneas y en los anuncios por ver si la pillan descuidada. Aprovecha cuando voy para contrastar. Casi siempre pregunta afirmando mientras rebusca en mis ojos una esperanza: “Xa están outra vez cos brotes verdes”, que quiere decir: “¿Es verdad?”. Lleva mal las noticias. A veces pienso que escribimos los periódicos para gente joven, que no nos lee, y olvidamos los ritmos, las pausas y las necesidades de los mayores, que sí nos leen. Con el periodismo televisivo ocurre lo mismo, pero a lo bestia. (sigue aquí)
Ya no recuerdo cuándo estuve en Dallas y visité con tantísima curiosidad la curva donde asesinaron a John F. Kennedy y el museo instalado en el almacén desde el que disparó Oswald. Para entonces me había curado algo de la atracción que Camelot y el mundo Kennedy en general ejercieron sobre mí durante muchos años, y del museo apenas me interesó el mero estar allí y el vídeo de Walter Conkite, que ya conocía, pero que no me canso de ver: le pasan la nota oficial que confirma la muerte del presidente, la lee en directo con tono profesional, pero su cara va transformándose, su voz se quiebra en un carraspeo y se quita las gafas al borde del llanto.
Ahora me interesa más por qué los Kennedy mantienen el aura cincuenta años después. Leí con cierta desgana inicial las memorias de Edward Kennedy y caí en la cuenta de … Seguir leyendo
A veces cerramos los ojos para no sentir, para escapar de la realidad, para huir de lo que nos desagrada o preocupa. O miramos para otro lado. Pero también se pueden cerrar los ojos para sentir más, para concentrarnos en un recuerdo, en un proyecto, en el olor de un vino o en la delicadeza de una melodía. Se podría decir otro tanto del oído: podemos desactivarlo para no enterarnos de lo que nos molesta escuchar o para buscar el silencio donde la creatividad crece y engendra. Por eso el silencio asusta al sistema, que prefiere el ruido.
Al sistema le convenimos embotados, con los sentidos en colapso por exceso de luces, sonidos y sensaciones, aturdidos, en ese estado morboso en el que se entremezclan los ecos y comienzan a desdibujarse o a bailar las cosas, de modo que desaparece cualquier capacidad de respuesta precisa, apropiada. El aturdimiento facilita la … Seguir leyendo
El Periódico recoge este artículo que acabo de publicar en Nuestro Tiempo, y que empieza así:
… Seguir leyendoLos actos meramente imaginados pueden hacer mucho daño o mucho bien, pero todavía permanecen bajo el control de quien imagina y apenas afectan a nadie más. Una vez que lo imaginado se traduce en hechos, y estos tocan el mundo real, ganan vida propia y resultan incontrolables: tanto los buenos como los malos. La recién terminada ‘Breaking Bad’ lo explica de un modo acertadísimo: de hecho el protagonista pasa las cinco temporadas intentando controlar las consecuencias, multiplicadas, del mal que genera. Una pretensión imposible. Quizá por eso me asusta tanto dar clase. Puedes hacer daño sin querer, con la mejor voluntad de ayuda. Cuando pasa el tiempo y me encuentro con antiguos alumnos, siento alegría y miedo, porque a veces se quedan con unas palabras que quisieron ser una broma cariñosa, porque me expliqué