La diferencia más obvia entre animales y humanos es que ellos son perfectos desde que nacen hasta que mueren: su período de gestación es menor, su infancia dura un suspiro y llegan a la condición de adultos, acabados, sin pasar por una etapa cada vez más larga, a menudo dolorosa y típicamente humana: la adolescencia. Las personas, sin embargo, tenemos mucho que crecer, por dentro y por fuera, desde que nacemos hasta que morimos. Nunca somos perfectos, como ellos. El don de la libertad nos obliga a trabajos incesantes que tienen que ver con nosotros mismos, con el moldeado del propio corazón, y con los demás.
De algún modo vivimos siempre en el filo de la navaja. Nunca solos, pero no siempre acompañados. Llevamos la carga de construir nuestra propia perfección, una carga tan excesiva que a veces puede desequilibrar al más sensato. La angustia de vivir no es un invento católico, la genera nuestra inagotable sed de perfección, bien descrita ya en los mitos griegos. El invento católico es el perdón. En The Killing uno de los protagonistas, abrumado por mil problemas graves, envidia a un perro: esa complexión que le permite cumplir suavemente con su destino de perro. «Él es perfecto», decía. Nosotros, no. Por eso ser humano significa comprender, ponerse en el pellejo de los demás y entender desde dentro sus luchas, sus errores, sus sueños, sus cansancios, sus heridas, sus ansias, sus miedos. Querer es aceptar a los otros con sus defectos y darles espacio para la mejora, sin juzgarlos demasiado. Algún día tenía que explicar por qué titulo este espacio «En la cuerda floja». Queriéndolo o no, ahí vivimos.
A empatía cos nosos semellantes certamente serve para mellorar as nosas relacións cos que convivimos. mais tamén pódese caer nun acto de autocmplaciencia ao andar pola corda frouxa, ben porque manter ese equilibrio fainos estar por riba dos demais e velos abaixo de nos, xa sexa por orgullo de non caer ou de velos dende o alto, claro está si o facemos de xeito consciente e non de forma obrigada porque si non somos libres de escoller a corda pode ser un carrexo de ovellas.
Agora que como resultado da nosa liberdade escollemos a corda frouxa temos ante nos un acto de valentía e compromiso.
GRACIAS…
El periodo de gestación de un ser humano es pequeño en proporción al tamaño de su cerebro. De hecho el ser humano cuando nace está «inacabado». Se puede decir que nace prematuro, pero ha tenido que ser así para no imposibilitar el parto.
http://es.classora.com/reports/y79033/ranking-de-los-mamiferos-con-mayor-periodo-de-gestacion