La Voz de Galicia

Se acabó eso de que el fútbol español manda en Europa y volvemos a lo antiguo, a la concepción clásica que define el fútbol como un juego en el que siempre gana Alemania. Junto con las bromas -algunas rebuscadas, como esa de que el Bayern ha sido descalificado por torear en Barcelona, lugar donde está prohibido por ley-, junto con las bromas, digo, se han planteado algunas veras: por ejemplo, si el liderazgo de Messi y de Cristiano no estará perjudicando a sus equipos.

Más que de liderazgo, se habla de egoísmo: hacen que el equipo trabaje para ellos y dependa de ellos para vencer, porque no sabe jugar sin ellos. Se les contrapone a entrenadores cobardes para dejarlos fuera de la alineación o para sustituirlos en pleno partido. Ellos quieren jugarlo todo porque necesitan minutos para marcar goles innecesarios para sus clubes, pero imprescindibles para la bota de oro. Bajan el rendimiento o se lesionan y los equipos se desorientan también, porque estaban diseñados para vencer con ellos. Las escuelas de negocios y los politólogos podrían construir un buen caso y aplicarlo luego a líderes políticos y empresariales.

La taxonomía básica de los líderes distinguiría entre los que legan algo y los que solo dejan, cuando se van, cadáveres y un gran socavón imposible de cubrir. Son falsos líderes, porque tienen agendas propias ajenas al bien de su país, de su empresa o de su club. Aunque les da igual el después, porque ya no estarán al mando, insisten en que lo importante es el equipo, la empresa o el país. Como quien lleva una doble contabilidad con mucho dinero negro.

Publicado en La Voz de Galicia, 4.mayo.2013