La Voz de Galicia

Al leer comentarios sobre el nuevo papa y la Iglesia y el papel de la mujer, me vino a la cabeza un artículo del escritor italiano Cesare Pavese que arranca con una afirmación atrevida: «Todos, lamentablemente, hemos leído», y continúa: «Así como a menudo los pequeños burgueses se aferran al falso decoro y a los prejuicios de clase mucho más que los desenvueltos aventureros del gran mundo, así el ignorante que ha leído algo se aferra ciegamente al gusto, a la trivialidad, al prejuicio que allí ha sorbido y, a partir de entonces, si le sucede volver a leer, todo lo juzga y condena según aquel rasero. Es muy fácil aceptar la perspectiva más trivial e instalarse en ella, al calor del consenso de la mayoría. Es muy cómodo suponer que se han acabado los esfuerzos y que ya conocemos la belleza, la verdad y la justicia. Es cómodo y cobarde». Quisiera prolongar la cita, porque habla de humildad y respeto, pero es demasiado larga ya para una columna tan pequeña.

No leer, leer poco o leer mal: tres maneras de volverse vulnerable a la manipulación, tres maneras de renunciar al control de la propia vida para cederlo a la opinión dominante, la establecida… no se sabe por quién, ni sobre qué insistencias o silencios.

Más del 90 por ciento de los 81.000 japoneses adoptados el año pasado eran varones y pasaban de los veinte o los treinta años: los adoptan los padres de sus mujeres, casi siempre hijas únicas. ¿Imaginan por qué? ¿Y ese rechazo a las hijas en China o su sometimiento en el islam?, ¿culpa de la Iglesia por no estar allí?

Publicado en La Voz de Galicia, 6.abril.2013