La Voz de Galicia

Un geniecillo del márketing debe de estar muriéndose de risa en algún despacho. Su estrategia para el lanzamiento del libro del Papa se ha convertido en un éxito brutal. Probablemente pensó que, para un país como el nuestro, la mejor publicidad consiste en el barullo. Y lo montó. La noche del jueves escuché cómo un conocido columnista madrileño, después de declararse no creyente, se escandalizaba de que «ahora Jesús naciera en Nazareth y no en un pesebre» y otro le secundaba quejándose de que el papa se ocupara de tal asunto en «un libro susceptible de convertirse en encíclica». Además de no haber leído el libro, ambos demostraban una ignorancia desoladora. Como la del cronista de otro gran diario, que llegó a escribir que el Papa refuta los evangelios.

El libro se lee en un santiamén, porque es breve, interesante y fácil. Pero el noticiero nacional, sin leerlo, volvió a tragarse el caramelo envenenado de los publicistas y arrastró a las redes sociales, que siguen manifestando una dependencia ciega del periodismo, especialmente del peor. Enseguida caló la idea-escándalo de que el Papa había desterrado la mula y el buey del belén.

Supongo que en Planeta se frotarán de codicia, aunque en el fondo se han equivocado. Si no, al tiempo. Pero me duele que el periodismo, una vez más y por pereza e ignorancia, haya permitido la intoxicación. Bastaba con ir a la página 76 del libro, donde el Papa explica la presencia del asno y el buey, que termina así: «La iconografía cristiana captó muy pronto este motivo. Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno». En fin.

Publicado en La Voz de Galicia, 24.noviembre.2012