La Voz de Galicia

Comprendo muy bien que Julio Fernández Gayoso, el que fue presidente de Caixanova y copresidente de la caja actual, haya seguido en su comparecencia parlamentaria una línea de defensa, por muy risible y simplona que resulte. Como en un juicio, nadie puede pedirle que se acuse, porque nadie en su lugar lo haría, y está en su derecho de intentarlo. Lo entiendo, insisto, aunque haya recurrido a argumentos tan pobres como inverosímiles, aunque haya tomado por tontos a los parlamentarios que nos representan, que es una manera de insultarlos e insultarnos. Lo que no entiendo es otra cosa.

Como profesional del periodismo me indigna el relato que de esa comparecencia han hecho algunos medios gallegos, que dan por buenas las calladas por respuesta o las ridículas explicaciones de Gayoso. Esos periódicos, por lo visto, son los únicos que ignoraban quién mandaba en Caixanova y conceden crédito a sus excusas, además de prestarle las páginas para decir, contra el sentido de la expresión, que «Gayoso dio la cara», o repetir sus justificaciones sin el menor contrapunto inteligente a propósito, por ejemplo, de su silencio sobre la venta con engaño de preferentes o sobre el tamaño de su pensión anual: 689.000 euros.

Tienen buenas razones para actuar así, porque sus lectores apenas les importan más que como fuente de ingresos, y los dejan indefensos después de chuparles la sangre. Por no decir que los engañan, aunque en este caso concreto resulta improbable. Con ese tipo de prácticas supuestamente informativas, no hace falta especular sobre las causas sociológicas y tecnológicas de la crisis de los periódicos: se trata, simplemente, de una crisis de periodismo.

Publicado en La Voz de Galicia, 28.julio.2012