La Voz de Galicia

El humor es uno de los grandes medios para sobrellevar esta crisis que nos tiene embotados y de la que casi no sabemos qué pensar. Aprendí ayer una palabra nueva de portugués,pelintra, que sin embargo no sabría traducir con precisión: en ocasiones podría servir ‘macarra’, pero a veces significa simplemente un ‘quídam’, un cualquiera. Tampoco sabía que los portugueses se llaman a sí mismos tugas en ciertos contextos. Viene esto al caso porque en una conversación entre amigos alguien interrumpió la explicación de uno que trataba de ilustrarnos sobre las partículas elementales y el bosón de Higgs. Hablaba un físico y le contradijo un traumatólogo: «La partícula fundamental, comentó, no es ninguna de esas, sino el pelintrón». Ante la perplejidad de todos -sobre todo mía, que no entendía nada-, explicó: «O pelintrão é um tuga que nao tem massa (‘pasta’) nem energía, mas soporta todas as cargas».

Como ocurre casi siempre con el humor, la broma velaba un sentido que cualquier habitante de la clase media entiende, especialmente si se encuentra en paro o ejerce como funcionario: no queda más salida o escapatoria que aguantar. Desde luego, como pelintrones, también somos culpables de lo sucedido -nos endeudamos, votamos opciones que nos han traído hasta aquí, etcétera-, pero resulta patente la desproporción entre el pecado del ciudadano medio y la penitencia que tiene que asumir, sobre todo, en comparación con sus recursos e influencia. Quizá este sentimiento explique el éxito en las redes sociales de una frase que publicaba ayer Santiago Rey: «El poder no se ha atrevido con los que tienen poder, pero sí con los que no lo tienen».

La Voz de Galicia, 14.julio.2012