La Voz de Galicia

Resulta difícil hablar sin sumarse a la cháchara habitual de este país, esa que rige nuestros destinos y se manifiesta en las intervenciones de los políticos y en su glosa periodística. La misma cháchara que impide comprender, quizá porque ellos mismos, políticos y periodistas, no comprenden y, al explicarse sin comprender, lo embarullan todo más hasta dejarnos perplejos y embotados. Estábamos tan acostumbrados a esto, que la referencia a «Europa» o a «los países avanzados» -eufemismo que suma a Estados Unidos- se había convertido en una muletilla tertuliana para salir del charco de la cháchara insustancial. Hasta que caímos en la cuenta de que «Europa» y «los países avanzados» ni tienen políticos mejores ni un periodismo más riguroso. Europa, con nosotros a la cabeza, procedió a suicidarse primero culturalmente, luego demográficamente y ahora, económicamente, de modo que como alguien decía ayer, «los jóvenes del 68 pasaremos a la historia como la generación que ha arruinado a España». Y a Europa, añadiría. Quizá, al mundo. Por eso, ahora que se pide mayor transparencia en el ejercicio de la comunicación política y que se nos expliquen mejor las cosas, casi me atrevería a pedir más bien silencio. Necesitamos callar y pensar, porque hablando se piensa mal. Y a lo mejor descubrimos una salida a este bloqueo monumental que no es solo, ni siquiera principalmente, económico. Resintonizando el televisor descubrí no sé cuántos canales de astrología. Parecemos una humanidad primitiva, obtusa, que recurre a los adivinos, como si nos estuvieran invadiendo sin la Wehrmacht, a base de emburrecernos. Pero debe de quedar un resto de racionalidad en alguna parte y deberíamos callar para encontrarla.

La Voz de Galicia, 16.junio.2012