A propósito de un gol fantasma, Adebayor reclamó que se instalaran de una vez en los campos dispositivos tecnológicos que permitan dilucidar estos lances con certeza. Un columnista británico le contestó que la tecnología mata el fútbol, pura pasión irracional que alimenta las tertulias de los bares y oficinas, precisamente, con esas controversias. Si mueren las discusiones de café, muere el fútbol, que vive de ellas. Estoy de acuerdo. El periodismo deportivo siempre ha entendido muy bien esto. Uno crece con unos colores entrañables como crece con unos hermanos, y los defenderá siempre con las entrañas. Y así debe ser.
Trasladar esta visión a otros ámbitos resulta demencial. Si la defensa de unos colores deviene en parapeto de una gestión fullera y aprovechada, si se convierte en una especie de ideología peronista que se aplica a todo, también a la expropiación de los impuestos ajenos, se entiende que un club dedique la tercera parte de su revista a mentir sobre los datos de difusión de este periódico, sirviéndose de informaciones falsas –censuradas en su día por el organismo competente– tomadas del, dicen, “diario peronista” de Abel Caballero, alcalde de Vigo. El viejo recurso de buscarse enemigos externos para aunar a la afición, no en torno al equipo, sino en torno al presidente.
“El fútbol es así”, azaroso y venturero: no siempre gana quien mejor juega ni quien más arriesga. Está bien, insisto, pero fuera del juego, de esa esfera de pasión necesaria o al menos conveniente, convendría que las cosas discurrieran de un modo más justo para los aficionados, que son los que pagan y no merecen tan clamorosa falta de consideración.
Paco aos inimigos non se lle fai caso, e si hai que facer algo que sexa para aniquilalo, e decir que non volva erguer a cabeza.
Yo diría que sí hay que tenerles en cuenta. Saber cómo se comportan. Conocer su intencionalidad. Uno debe saber siempre el entorno en el que se mueve, para saber así cómo actuar en determinadas circunstancias.
Aniquiliar al enemigo? Espero que sea una metáfora, Xoán.
Unha aperta.
No soy del todo futbolera. No leo el Marca, el As, la sección de deportes de cualquier diario. Pero, en esos días especiales en que alguno de mis favoritos se juega algo importante,me gusta imbuirme en el ámbiento de un bar oscuro en el que corre la cerbeza y las patatas fritas. En el que hay acólitos de los dos bandos gritando sabe dios qué. Así me gusta estar. Levantarme de mi asiento en las jugadas conflictivas. Celebrar los goles. Y, cuando todo acabe, sentirme satisfecha, tranquila, sosegada. Sea cual sea el que gane.
Paco saber deles sí, mais tamén ignoralos e mostrarlle indiferencia.
O de aniquilar claro é unha metáfora pero creo que cando se lles fai frente é para gañar e que non lles quede ganas de seguir amolando, que nos teñan temor que non medo. Cando era pequeno D. Jose decianos que tiñamos que ter santo temor de Deus. Sin caer na soberbia penso cambiando o de santo e Deus por un mesmo.
Unha aperta.
Entendín á primeira teu comentario, e concordo con él. Por eso non saen nomes. Da moita vergonza todo. Pero non é bon parecerse a eles. Sería demasiado fácil e sería perder. Outra aperta.
¡Qué suerte! Pocos consiguen a la vez celebrar con pasión los goles y terminar tranquilos gane quien gane.
Azucena claro que é unha metafora e estou de acordo contigo.
Unha aperta