Me disgustan esas conversaciones que añoran la juventud perdida, los “¡Ay si tuviera veinte años!” y lamentos parecidos, porque prefiero la edad de cada momento y, por alguna razón quizá equivocada, pienso que a todo el mundo debería sucederle lo mismo. Así que, cuando la gente se pone en ese plan, suelo reponer que de ningún modo volvería a los veinte con el riesgo de cometer los mismos o peores errores que los que ya he cometido, de pasar los mismos o peores trabajos que los ya pasados, de llorar las lloreras que ya he llorado o peores y de navegar por las angustias que ya quedaron atrás. Ayer, de pronto, comprendí que quizá era una pose y que mis instintos son los comunes.
Decidí pesarme después de años sin hacerlo, por la insistencia de algunos en que había adelgazado una barbaridad. Aproveché un rato de ejercicio y pedí la báscula. Me subieron a una que, además del peso, calcula no sé cuantas cosas más que he olvidado, salvo esta: la edad biológica que, supuestamente, represento. Ahí la máquina, tan amable, me quitó 16 años de golpe. Desconfié: “Esta máquina es de marketing”, les dije riéndome, y el chico respondió que “a algunas personas les da mal”, más edad de la que tienen, supongo. Eso confirmó la sospecha, pero salí de allí contento como un bobo.
Lógico, dirán. Al fin y al cabo, no he vuelto a los treintaytantos que me adjudicaba la báscula ni a los trabajos pendientes de entonces, a ese laborioso modelado del propio corazón en el que consiste vivir.
Y por cierto, no había adelgazado nada.
Publicado en La Voz de Galicia, 10.marzo.2012
Ay, dulce pájaro de juventud Paco!! :-)))))
Divertidísimo, Paco. Sin olvidar, por supuesto, el mensaje que transmites. Yo soy una de esas que, a pesar de tener unos cuantos años menos que tú, no volvería atrás ni para coger impulso. Vivo el hoy, y, programa la semanas venideras. Todo está por aprehender,todo lo que queda por vivir…
Por cierto, si esa báscula está en Coruña, por favor, díme donde localizarla. Va en serio, Paco. Tengo curiosidad.
«Ese laborioso modelado del propio corazón en el que consiste vivir»: ¡Excelente!
Divertidísimo artículo. Ahora que estoy más cerca de los cincuenta que de los cuarenta a veces echo de menos esa «tabletita de chocolate» que tuve hasta los treinta y pocos. Pesaba quince kilos menos. Sin embargo a pesar de todo, recuerdo también los sinsabores, los hartazgos, los fallos, los errores, las iniquidades con buenos amigos,infidelidades…Todo aquello se ha grabado a fuego de manera que el pasado me sigue condicionando en parte el presente. Así pues, cuando me fijo en lo externo digo que vlvería, sin embargo al dedicar medio minuto de reflexión digo que ni de broma.
«Virgencita, virgencita, que me dejes como estoy». Amén
Da gusto oírte «contento como un bobo».
A mí las básculas siempre me han parecido sospechosas, por no decir mentirosas.
Malditas.
A mí me fastidia el «qué bien te conservas», que reconoce como modelo de perfección la juventud (que no tendrás más).
Corolario: «No soy viejo, acumulo juventud».
Muy buena elección. Ojalá fuera solo del corazón.
Aquel que te dice «Que bien te conservas» te está llamando viejo a la cara. Y aparte lo que dices tú, «sólo se puede ser joven». Me acuerdo cuando pesaba 15 kg menos y lucía «tabletita» envidiaba a los que eran de mi edad pero ya tenían barriga. Asociaba esa «decadencia» con otra forma de estar en la vida que para mí era mucho más deseable.
Sólo nos juzgan por el envoltorio….