Me tiene muy soprendido el fenómeno Jeremy Lin, el jugador de los New York Nicks y revelación de la NBA este año. No tanto por él mismo como por el fenómeno que ha generado en Estados Unidos, la Linsanity (insanity, locura en inglés). Realmente reúne muchos requisitos para convertirse en el ídolo nacional que el deporte de aquel país estaba necesitando desde la caída en desgracia de Tiger Woods. Lin es hijo de padres chinos y uno de los poquísimos jugadores asiáticos que ha tenido la NBA en su historia: cuatro, si no estoy mal informado. Además, cuenta con un relato de superación muy del gusto de los aficionados a las películas del sueño americano: el de un hombre despedido por varios equipos que apenas le dieron minutos de juego para demostrar su valía. Solo gracias a la lesión de la estrella de los Knicks pudo emerger repentinamente y conseguir records de puntos y rebotes en cinco partidos sucesivos y convertirse de la nada en un ídolo nacional.
Pero encima Jeremy Lin es un cristiano fervoroso, que habla con naturalidad de sus luchas por ganar y ser humilde, por triunfar pero solo para la gloria de Dios. Hasta el punto de que uno de los columnistas fijos del New York Times dedicó ayer su espacio a explicarle que, en realidad, eso no es posible. En fin. Lin se ha convertido en una referencia para los asiáticos americanos, en una esperanza para los cristianos chinos, tan perseguidos, y en un ejemplo de multiculturalismo del bueno, del que suma y no excluye.
Visto desde España parece todo muy raro e intransplantable. Sería interesante preguntarse por qué.
Hola Paco,
Gracias por cambiar de tercio. La espiritualidad aquí no esta in. La piedad y la clemencia tampoco. Por cierto, quizás sea porque encontrar historias amables por estos lares últimamente es complicado (lo digo por los medios españoles en general) Sencillamente porque parece que no caben. Menos mal que todavía tenemos la literatura. Ah!! No querría despedirme sin un Requiem por el CESGA y el I+D. Cada vez tengo más ganas de emigrar.
Sin tardar mucho, España será un país de misión y vendrán de lugares lejanos a recordarnos que la fama, el dinero y todos esos dioses que nos hemos creado ni son tales, ni tienen nada que ver con la felicidad del hombre; más bien diría que la obstaculizan y algunos ejemplos al respecto podría relatar con casos conocidos por mi diretamente.
Qué decir después de leer por encima los dos enlaces que incluyes en tu columna. ¿Raro el caso de Lin? ¿Por su manifiesta espiritualidad o por los avatares que le han convertido en una estrella de la NBA?
Soy consciente de que te centras en la espiritualidad de Lin, que él defiende sin ambages.Y esto, pese a lo que puedan argumentar un reputado periodista del presigioso New York Times. Prueba de ello son las palabra de Lin, que, al fin y al cabo, es lo único que importa.
Respecto a la frase final de tu columna, he de decir que no estoy para nada de acuerdo. Soy cristina, cristiana y ferviente defensora del multiculturalismo. No me siento atacada por nadie. Es solo una cuestión de apertura mental.
Por supuesto, espero que no estuvieras pensando en el cambio del discurso del PP que, parece ser, trata de eliminar la referencia a la cristiandad como uno de los elementos definitorios de su ideología. Puro marketing, Paco.
Creo que estáis hablando de temas muy diferentes. Uno el miedo a expresar las ideas religiosas, sobre todo si son cristianas. Y otro lo que dices al final del artículo: «En fin. Lin se ha convertido en una referencia para los asiáticos americanos, en una esperanza para los cristianos chinos, tan perseguidos, y en un ejemplo de multiculturalismo del bueno, del que suma y no excluye. Visto desde España parece todo muy raro e intransplantable. Sería interesante preguntarse por qué.»
No es tan raro, Paco, ya que en EE.UU. no existe una historia negra de la Iglesia ni unos concordatos actualmente vigentes. Desde la mentalidad americana no se entiende que un país firme un acuerdo con la Santa Sede para el mantenimiento económico de la Iglesia. No voy a criticarlo. Simplemente digo que EE.UU es un país multicultural desde casi sus raíces. Fundado por puritanos protestantes, esto conforma una mentalidad muy distinta la la latina. Me parece bien que cualquier deportista exprese sus ideas religiosas como fuerza que le impulsa a su mejor hacer pero de ahí a extrapolar lo que ocurre en otros países que en nada tienen que ver con nuestra ancestral cultura…
En EE. UU. sí hay una historia negra religiosa que no dejan de traer a colación ciertos liberales cuando reclaman la supresión de símbolos religiosos en las instituciones públicas. El grado de intromisión —y coerción— de las primeras comunidades puritanas en la vida personal de los colonos fue equiparable al de la Ginebra de Calvino (con supersticiones, hogueras, machismos y brujas incluidas).
Hecha excepción de la esclavitud, una de las peores cosas que le podían ocurrir a un emigrante era ser «papista». George Washington tuvo que prohibir la quema de efigies del Papa durante la noche de Guy Fawkes, costumbre muy arraigada en la cultura popular de EE. UU. antes y después de su independencia de la Corona Británica. Y, sin cuestionar su buena voluntad, lo cierto es que Washington se propuso hacerlo mientras reclutaba tropas para combatir a los ingleses. Era consciente de que pocos estarían más dispuestos a combatir a los casacas rojas que los «papistas» irlandeses.
La Constitución de EE. UU. garantiza la plena libertad de culto y la separación entre iglesias y estado no tanto por mantener en la neutralidad religiosa al estado cuyos presidentes juran su cargo ante la Biblia como para evitar injerencias estatales en las confesiones religiosas. Fue especial empeño de Thomas Jefferson —con creencias religiosas algo difusas y hostil al catolicismo— que la Iglesia anglicana no fuera financiada por los contribuyentes. En general, los Padres Fundadores procuraron que jamás se dieran interferencias gubernamentales en la religiosidad de los ciudadanos. Esto, por cierto, tiene poco que ver con el protestantismo, que ha reprimido disidencias tanto o más que cualquier otra confesión religiosa, además de sostenerse con los dineros públicos y el apoyo de príncipes y monarcas siempre que le ha sido posible a lo largo de la Historia. Más bien parece responder al enorme número de instituciones religiosas asentadas en EE. UU. (es el país desarrollado más religioso que existe).
Por otro lado, en un lugar tan poco latino como Alemania, a finales de los 70, se planteó seriamente suprimir las subvenciones que anualmente reciben la iglesia luterana y la católica. Pero pesaron más los motivos económicos que los ideológicos: al parecer, con los marcos que recibían las iglesias, jamás podría el estado alemán desarrollar toda la labor social, educativa y asistencial que discreta pero muy eficazmente realizan las iglesias.
Muy interesante tu exposición. Supongo que es una respuesta al comentario de Javier. Pero,ciñéndonos al contenido del artículo, ¿qué piensas a qué se estará refiriendo Paco en en el último párrafo de su columna?
Un saludo.
Gracias «Steps» por ilustrarme en Historia de los EE.UU. No discutiré un sólo dato de los que aportas, pero no me creo que la persecución religiosa inicial fuese peor que en España. A mí no me molesta la Iglesia, sólo señalo que muchos de los prejuicios que ahora sufren se los han buscado por connivencia con reyes y gobernantes. No se puede cambiar la historia como desean los socialistas, vencer a Franco después de muerto, pero sí creo que es hora de que la Iglesia asuma sus errores. Muchas veces he dicho que la mayor «fábrica» de ateos fue la propia Iglesia. La religión necesita libertad para crecer. Y cuando lo que hay no gusta, lo más honesto es pasar de todo y no ponerse a la contra. Eso al menos hago yo. Por experiencia sé que ponerse en contra de la Iglesia es concederle una importancia que no debiera tener. Ya se sabe, no hay mejor desprecio…
Javier,estimado Javier. Creo que tu comentario cargado de sarcasmo nos lleva de nuevo a perder el hilo de la columna que ha dado lugar a estas reflexiones abiertas.
No he leído jamás un comentario de Steps, pero no te lo tomes a título personal. No es más que una opinión fundamentada, al igual que la tuya, que no debe hacerte perder la templanza.
A estas alturas, quién sabra a lo que se refería Paco en su último parrafo. Conociéndolo un poco, creo que no pensaba en una disertación sobre historia como la que vosotros dos estais haciendo. Aunque sea de agradecer.
Un saludo.
Gracias Azucena. Un saludo.
Si cadra o que Paco quere dicir que en España ningún dos ídolos do mundo do deporte ou do espectáculo en xeral manifestan a súa conciencia relixiosa e tamén da a entender, paréceme, que carecemos de tolerancia cultural como país e máis co catolicismo. E preguntase cal é causa, para min, que son agnóstico, o motivo é a saturación de igrexa na que medramos unha xeración e como consecuencia os nosos fillos non foron educados dentro de ningunha doutrina. E por enriba ditadura e igrexa foron da man moito tempo, pecado que ten que purgar con unha sociedade que cada día está máis farta dos abusos de poder e que paga a institución católica porque meterse coa igrexa, cos curas e o Papa sae gratis ademais de ser rendible para quen o fai.
Xoán, se puede decir más alto pero no más claro. La religión o crece en libertad o se convierte en un pesado yugo. Yo también soy agnóstico. Y la verdad la salvación de mi alma me importa bien poco. (Utilizo de vez en cuando la palabra «alma» o «dios» pero como metáfora para referirme a la vida)
Vaya, he leído el artículo del señor del NYT y me he quedado un poco asombrado. Aunque mi nivel de inglés no es muy alto hay dos ideas que me llaman la atención y me parecen completamente erróneas y absurdas.
La primera de ellas, digamos que mas ligera, es la de que la ética o moral religiosa no encajan con la ética del deporte profesional. Esto me parece falso y hay miles de ejemplos de deportistas profesionales que pueden contradecir esta afirmación así que no me voy a detener mucho en ello. De entrada, a bote pronto, se me ocurren dos nombres conocidos por todos: Valerón y Donato.
Pero vayamos a la segunda idea que defiende este tal Brooks y que me parece que está en el fondo de su pensamiento. Si el deporte profesional es una actividad más de la vida y la religión o la moral religiosa no tiene cabida en ella, podríamos deducir, como me parece que hace este señor, que la moral religiosa no tiene cabida en las actividades profesionales, que tienen carácter público, y se debería limitar a los comportamientos íntimos (personales o, como mucho, familiares) o a los «profesionales» de la religión.
Esta idea, un tanto manida, es una de las puntas de lanza del actual pensamiento anti-religioso y está claro que el NYT tiene que hacer o decir algo ante un fenómeno como el de Lin. De todas formas, el pueblo estadounidense es esencialmente e históricamente religioso (ya sea por ser religioso o por ser anti-religioso).
El caso de Lin es difícilmente trasplantable a España por distintas causas. Para mí la principal es que nuestro país es, desde hace siglos, una sociedad bastante cerrada en comparación con la estadounidense, y de eso se deriva una mentalidad, como diría, bastante «clerical» (no sé si me explico) y de cierto papanatismo. Basta como ejemplo varios de los comentarios que aquí se han escrito.
Pienso que la última frase del blogger, Azucena, es muy sensata.
Uno no sabe qué pensar de tantos adalides del multiculturalismo que hicieron en su día todo lo posible por presentarnos a Carlos Dívar como el juez menos idóneo para presidir el TS dadas sus convicciones religiosas. En la ilustrada y multiculturalista UE, incansable haciendo proclamas y llamamientos a la apertura y el respeto a la diversidad cultural, se rechaza la candidatura de Rocco Buttiglione para la Comisión de Justicia y Libertades Públicas por la fe que profesaba el candidato. En el interrogatorio al que se sometió para ser rechazado en Bruselas, ya pudo alegar Buttiglione que, siguiendo a Kant, entendía que no todas las morales debían plasmarse en leyes, o sea, que su religión no le convertía en un inquisidor. Dio igual. En las altas esferas de la UE, son compatibles los sermones multiculturalistas con el rechazo a la candidatura de un católico por el mero hecho de serlo. El Wall Street Journal no salía de su asombro viendo la peculiar forma en la que la UE practicaba el respeto por las creencias personales del que hace gala ante las naciones.
Hay cientos y cientos de funcionari@s del más alto rango en la UE (y en la ONU) que no tienen ni la más mínima duda de que la familia natural (madre, padre e hijos) es una institución patriarcal, represiva y caduca; o de que sobre la Iglesia católica pesa una enorme responsabilidad en los casos de «terrorismo machista» que asolan a nuestras tolerantes sociedades (y ello a pesar de que las estadísticas dejan meridianamente claro que el «terrorismo machista» opera siempre con mayor frecuencia e intensidad en países nórdicos en los que desde hace siglos no queda rastro alguno del catolicismo). Nadie cuestionó, por ejemplo, a Josep Borrell —poco antes de ser Presidente del Parlamento Europeo— cuando aseguró que la ética sexual de los católicos era «aberrante».
Cuesta creer que el multiculturalismo que se predica por aquí sea algo más que un ornamento retórico. Sospecho que si el tal Jeremy Lin formara parte de un equipo español, no tardarían en sugerirle que moderara su fervor y atribuyera sus triunfos a causas más terrenales, que no fuera tan grosero e impúdico en las ruedas de prensa. Viendo lo que vemos por estos pagos, comparto la última frase del blogger.
Saludos
Parcialmente de acuerdo contigo. No veo ninguna contradicción entre cualquier actividad (profesional o no) con la práctica religiosa o bien unos profundos valores morales aunque provengan del existencialismo. Es más, el hombre tiene la necesidad de creer, llámese Dios, el partido, el equipo o su familia. El hombre es un animal religioso pues se pregunta el porqué de su propia existencia y si no tenemos una referencia absoluta (que no tiene porqué ser Dios sino «algo» en lo que creamos) se acaba perdiendo entre las olas del mar de la vida. Lo que yo he criticado no una sino mil veces es el excesivo clericalismo de una sociedad que debería ser abierta. EE.UU, aunque en el principio haya tenido la represión de los puritanos ingleses tuvo un desarrollo religioso más libre. Es más, hay confesiones que viven al margen casi del Estado como son los Amish, con sus costumbres y sus leyes. Es un país con una variedad de expresiones religiosas que no es comparable con la casi uniformidad de la cultura española, católica por historia.
Por cierto, si George Washintong manó quemar imágenes del Papa no creo que fuese por «persecución» hacia los católicos sino para defender la independencia de EE.UU. de un estado (o estados por aquel entonces) que eran los Pontificios. No creo que a G.W. le importase mucho lo que cada cual hiciese en su casa, pero no iba a permitir una intromisión en la suya.
El caso de Lin es un ejemplo de la libertad de los EE.UU. a la hora de poder expresar la fe o las ideas (por mucho que se diga que hay persecuciones tanto por unos como por otros; y de la censura) Otra cosas es que estemos viviendo tiempos revueltos en cuestiones morales pero a pesar de todo por historia nos dan mil vueltas en cuanto a tolerancia e integración de las diferentes culturas y creencias. Esto es básico para entender un poco que no son comparables las sociedades de uno y de otro lado del Atlántico. Nosotros seguimos con esquemas clericales tanto por la derecha como por la izquierda (Creo que incluso es más clerical la izquierda). No son comparables Paco. Otra cosa es que el NYT sea una especie de «El País» y ataque aquello que no puede comprender.
Paco, aquí tienes otro ejemplo de «libertad». La religiosa izquierda no sabe qué hacer:
«La cantante Nena Daconte ha desatado la ira de los proabortistas en las redes sociales, después de conocerse que actuará el próximo 24 de marzo en el acto coordinado por la Plataforma Sí a la Vida, en el Día Internacional de la Vida.»
Fuente: LD.
http://www.libertaddigital.com/sociedad/2012-02-22/nena-daconte-desata-la-ira-de-los-proabortistas-1276450873/