La Voz de Galicia

Por razones imaginables, siempre que coincidía en un acto con Manuel Fraga evitaba saludarle: no tenía ganas de hacerlo y él no lo echaría en falta, así que no le ofendía. Hasta que, ya en vísperas de las elecciones que ganó y perdió, me vi obligado a compartir un almuerzo de pocas personas con él. Tomó la palabra desde el primer momento y, cuando parecía que iba a cederla, un conselleiro de su séquito dijo: “Presidente, cuénteles lo de Lázaro”. Le gustó la propuesta. Se irguió un poco y arrancó un nuevo monólogo: “Lázaro es el único hombre que murió dos veces…”. Entonces se me escapó un “No, presidente”, que sonó como un tiro y dejó la mesa en silencio.
Pasaron unos segundos y Fraga giró levemente la cabeza para enfocarme con aquellos ojos achicados por la edad. “Explíquese”, dijo. Puse cara y voz de aburrido y aclaré que también el hijo de la viuda de Naím, la hija de Jairo y otros habían muerto dos veces. Nuevo silencio.Ú Dejó de mirarme y se repuso aclarando que Lázaro era adulto y, por tanto, el caso resultaba diferente. Unos veinte minutos después, el anfitrión dijo: “Paco, no has hablado nada”. Fraga comentó en tono irónico: “Déjelo, ya ha hecho una exhibición de erudición bíblica”. Meses más tarde coincidimos en unos premios. Como siempre, fue el primero en marcharse. Pero esta vez salió solo, cojeando entre las mesas. Me levanté y le acompañé hasta el coche, porque era una persona mayor y porque había sido Presidente de Galicia.
Me parecen inhumanas ciertas manifestaciones de contento o desprecio en la hora de su muerte.
Publicado en La Voz de Galicia, 21.enero.2012