Hay dos sentidos que caracterizan al buen gobernante: sentido común y sentido moral. No bastan por sí solos para garantizar una buena dirección, pero sin ellos cualquier liderazgo está abocado a la desgracia de gobernantes y gobernados. Sin sentido común, la acción directiva se convierte en algo disparatado, arbitrario, imprevisible, sin relación alguna –o solo accidental, por casualidad– con los objetivos que se pretenden conseguir. Sin sentido moral, se afrenta el bien más preciado, que es el bien común, el de todos, para someterlo a las necesidades de un único fin: retener el poder.
Algunas veces, para desventura de una sociedad, una empresa o un país entero, se juntan en el gobernante los dos sinsentidos: la falta de sentido común y la falta de sentido moral. Las sociedades más avanzadas han instalado un detector rápido de este último: la sinceridad. No consienten a sus gobernantes la menor mentira y la castigan inmediatamente con una dureza que en otros lares asombra. Leía estos días las memorias de Ted Kennedy. A propósito de la deshonrosa salida de Nixon, recuerda la contundencia del castigo al presidente falsario y la vergüenza con la que se ejecutaba: a la alegría por el buen funcionamiento del sistema se unía el bochorno de un pueblo que se sentía deshonrado en sus instituciones.
Pensaba en este país, en este gobierno que, aunque se sabe rechazado, prolonga su agonía y la nuestra a la espera de no se sabe qué, y en que otros la aprovechan sin decoro ni sentido común, se ríen, y nadie hace nada ni se avergüenza de una deshonra, que no es del gobierno, sino sobre todo nuestra.
Quizás este gobierno haya perdido el sentido común, fruto de la situación asfixiante que le ha tocado torear, pero no han perdido la moral. Ahora sí, quien viene detrás llega ya sin sentido común y ellos sí sin moral. Le recuerdo que son los mismos que ya gobiernan en Madrid y Valencia (¡MENUDA MORAL!). Quizás por eso este gobierno prolonga la agonía, porque teme, como muchos de nosotros, que quien viene de camino llega dispuesto a apretar hasta ahogar.
Deshonroso, sr. Sánchez, es entorpecer durante ocho años la labor del gobierno, indecorosas son las intervenciones vacías y refraneiras que están haciendo en el Parlamento, e inmoral es actuar sólo por y para uno mismo.
Si tan convencidos están, ¿por qué no presentan la moción de censura? ¡Ah, ya! Porque la mayoría no los apoyaría. Lástima.
¿Dispuestos a apretar hasta ahogar? ¿Y qué otra cosa ha hecho este des-gobierno, que ha acabado con los derechos de los trabajadores que dicen defender? ¿Bochorno no es lo de Chaves, lo de Pepe Blanco y lo de tantos otros? Este gobierno prolonga la agonía porque se ha creído que los sillones donde se sientan son suyos y porque saben que, con la gestión que han demostrado ser capaces de hacer han llevado este pais a la ruina y el descrédito, dañando a las instituciones y a la credibilidad en el sistema que, te recuerdo, Belén,, es el que nos hemos dado todos los demócratas de este país. Los que aún estáis instalados en “qué miedo, qué miedo, que viene el PP“, sí que ya no tenéis credibilidad alguna. Los que vengan a gobernar cuando consigamos librarnos de estos inútiles, tendrán que demostrar que pueden hacerlo mejor, para lo cual tampoco les va a hacer falta gran esfuerzo, la verdad.
Nuestro ínclito presidente aseguró en agosto del 2007 que España estaba a salvo de la crisis financiera; luego presumió de que España participaba en la Champions League de las economías mundiales (lo que sería muy exacto si hubiese querido decir que pocos superarían nuestras cifras de paro). Ante las advertencias de la oposición de que en economía pintaban bastos, nuestro presidente tachó de antipatriota a todo el que creara «alarmismo injustificado» cuestionando la robustez de la economía española. Ya en junio de 2008, a la pregunta de si había o no crisis respondió «depende de lo que entendamos por crisis». El buen hombre o es demasiado sutil o es un embustero descomunal. Previamente, en los dos debates con el líder de la oposición, negó por activa y por pasiva que nuestra economía fuera a entrar en una fase crítica; y, mostrando el alcance de sus conocimientos económicos, sostuvo que el euribor lo fija el Banco Central Europeo (se ve que aun con las lecciones económicas que le dio su ex-ministro Jordi Sevilla, nuestro presidente tiene todavía ciertas lagunas en la materia). Más: en su campaña electoral prometió el pleno empleo en España y, sin el menor pudor, no tuvo reparos en anunciarnos que en el 2013 superaríamos en renta per cápita a Francia. Por otro lado, no dudó en acusar de catastrofista al líder de la oposición: advertir de la necesidad de medidas ante la crisis que íbamos a padecer era «entorpecer la labor del gobierno». Cualquiera que sepa qué es una democracia entiende que, en efecto, la oposición debe «entorpecer», denunciar y si es posible evitar toda aquella acción del gobierno que considere contraproducente o nefasta para los gobernados. En 2010, participando en la cumbre de Oslo (uno está por pensar que fue invitado para que los asistentes pudieran tomar buena nota de cómo no hay que gestionar una crisis), no tiene ningún problema en decir contra toda evidencia que el endeudamiento de las familias españolas se ha reducido (válgame Dios, para las familias ahora el fin de mes empieza como tarde el día 5). Y, sin el menor rubor, admite que no computa a los parados que asisten a cursos de formación como parados, ya que, sin duda, formarse es trabajar para el futuro del país por lo que, según nuestro presidente, no cabe decir que quienes acuden a un curso de formación estén en paro. ¿Incluyen las cifras del paro que nos proporciona el gobierno a los parados que se han apuntado a un curso de informática o inglés?
No es de extrañar que, después de estas últimas elecciones, Felipe González haya declarado que sigue siendo militante del PSOE pero cada vez menos simpatizante. Cualquiera diría que es metafísicamente imposible hacer las cosas peor que nuestro actual presidente: además de que su sentido común ha brillado clamorosamente por su ausencia, nos ha mentido una y otra vez. Creo que no caigo en rigorismo moral alguno si acuso a este gobierno de mentiroso con premeditación, nocturnidad, diurnidad y alevosía, con el agravante de tomar por imbéciles a todos los ciudadanos.
¡Que miedo, que viene el PP!, no. ¡Que miedo, que viene ESTE PP! Bochorno es que en ocho años de oposición no haya habido, nunca, ánimo de colaboración. bochorno son las comparecencias del no. Bochorno es Gurtel, Camps, Barberá, Aguirre (esa sí se cree dueña del sofá que ocupa y de los que están al lado), … Bochorno es que Rajoy los respalde y calle para no perder votos. Bochorno es la acumulación de cargos de Cospedal y de tantos otros en un momento como este. Esto, amiga Isabel, también es bochorno, falta de escrúpulos y, desde luego, descrédito de las instituciones. Esto es falta de respeto por todos nosotros, por ti y por mí. Ojalá demuestren que saben hacerlo de otra manera, porque a ti y a mí nos irá mejor pero ¡qué miedo!
Belén, ya has dejado claro que os da miedo “este PP“ porque no volvéis a pillar poder en dos legislaturas, como poco…y con justo merecimiento, además..así que nada, al banquillo un ratito XD
Leyéndote, Belén, parece como si el PSOE fuera un modelo de transparencia. ¿Y el no declarado patrimonio de Bono? ¿Y los soplos a Eta en el bar Faisán? ¿Y el uso de los despachos y medios del Ministerio de Defensa para la promoción de la candidatura de Carme Chacón? ¿Y el enriquecimiento de la familia Cháves a base de adjudicaciones y contratos de la Junta…?
Sólo nos queda Esperanza…
Pues yo estoy por votar al PSOE para ver si se cargan de una vez a Mariano. Esperanza es de las pocas personas que dan la talla en el PP. El PSOE no se irá hasta que no logre exhumar la tumba del general Franco o logre aprobar la ley de la eutanasia.
# Javier Reply:
junio 26th, 2011 at 2:07 pm
Sólo nos queda Esperanza…
#
Vaya, un fervoroso creyente en Losantos. No sabía que también frecuentaran un blog tan ecuánime como este.
Esperanza Aguirre es el único respaldo político de Libertad Digital, la concesora de licencias de radio y TV a Losantos y compañeros mártires de la causa liberal. Y, por ello, Esperanza es la lideresa que intentaron a toda costa colocar Losantos, Pedro J. & co. como sustituta de Rajoy justo el día después de que el PP perdiera las últimas elecciones generales. Como a Rajoy no le apeteció la idea, para los creyentes en Losantos todo en el PP es ruina moral, corrupción, mezquindad, apocamiento y ausencia de principios… excepto Esperanza Aguirre, claro, que viene a ser un compendio de virtudes por completo ausente en cualquier otro político.
Losantos logró convencer a prácticamente toda la audencia de la COPE de que votar a Rajoy era pecado mortal, y de que sólo serían salvos aquellos que denostaran al PP hasta que no lo liderara Esperanza Aguirre. Fue -y sigue siendo- muy fuerte la cosa. A día de hoy, el honrado, culto, liberal y desacomplejado Losantos se encuentra boicoteando a Pío Moa en su periódico digital. Pío Moa nunca aduló a Esperanza. Equivocado o no, siempre dijo lo que pensaba con franqueza, lo que últimamente incordia a la lideresa y, en consecuencia, también al muy liberal Losantos.
Como bien dices al final del artículo, la deshonra es sobre todo nuestra. Y para muestra, un botón: el de enviar comentario.
Debe ser que los que nos criamos con la tele de Torrebruno seguimos viendo el mundo como un duelo entre tigres y leones en el que todos quieren ser los campeones. Y así nos va.
Los «míos» hacen, pues los tuyos más. No importa lo que se haga. Lo importante es gritar bien alto que el de enfrente hace más. Colocado el mensaje, podemos respirar tranquilos.
La verdad es que aquí se lee un curioso batiburrillo. No me parece que el dueño del blog se refiera al PP sino a los políticos en general.
En mi opinión Zapatero debería haber convocado elecciones hace un año, cuando aceptó las medidas que le medio-impusieron desde Bruselas y desde Estados Unidos. En ese momento se traicionó a sí mismo y traicionó a buena parte de sus votantes. ¿Puede ser Rajoy mejor o peor? Eso lo decidirán los votantes. La credibilidad es imposible recuperarla.