La Voz de Galicia

Parece que los que usan iPad no se perciben a sí mismos como alguien que está leyendo un libro, escribiendo un correo o jugando, sino como personas que usan un iPad, aunque estén leyendo, escribiendo o jugando. No es cosa mía, sino de un estudio que se hizo público esta misma semana. Por lo visto, ocurre con el iPad algo parecido a lo que, casi desde siempre, ha sucedido con la televisión y, muy especialmente, desde el maravilloso descubrimiento del mando a distancia: que zapeamos. Es decir, uno se coloca delante del aparato sin un propósito definido y se dedica a picotear los botoncitos hasta que algún programa le detiene. Del mismo modo, con el iPad, uno enciende la tableta y empieza a bordonear entre las diversas aplicaciones que se hayan bajado.
He de admitir que, más de una vez, al abrir el iPad me he preguntado, “¿pero para qué lo he encendido?” Así que el estudio debe de tener algo de razón. Pretendían probar y mejorar formatos publicitarios para las revistas digitales y descubrieron que lo verdaderamente difícil era retener al lector en los contenidos editoriales, porque se escapaba constantemente por los anuncios a comprobar precios o a comprar en la tienda de Apple, y costaba conseguir que volvieran a la revista que estaban mirando.
La conclusión del estudio es que la interactividad de la máquina prima sobre los contenidos de la publicación, al contrario de lo que ocurre con las revistas impresas y con los dispositivos específicos para la lectura de libros. Por eso los usuarios de iPad ipadean y compran convulsivamente, porque el cacharro les puede. Otra excelente metáfora de nuestro estilo de vida.