Me olvidé de incluir aquí la última columna en Nuestro Tiempo. Empieza así:
Me parece que era Steiner quien decía que para leer hacen falta dos cosas: silencio y un lápiz. Los libros que se pueden leer sin silencio o que no impelen a la nota al margen, al subrayado, a la acotación de una idea, al garabateo de una réplica, una queja o una expresión de entusiasmo son libros de consumo, como diría C. S. Lewis: libros que se usan como los helados o los caramelos, los pañuelos de papel o los vasos de plástico. Es decir, son libros que no incitan al diálogo, a la conversación, que no te revuelven la cabeza, que no enredan con tus estereotipos y prejuicios. Acabo de leer uno de Adam Zagajewski, titulado En defensa del fervor, que ha quedado exhausto, el pobre, de notas al margen y subrayados (algo, por cierto, que algunos amigos aprecian cuando luego se los presto así, impúdicamente marcados).
Quizás no entienda bien el texto o me falte leer ese libro o, simplemente, no esté de acuerdo con esas citas sobre la ironía. Así que voy a dejar aquí mismo mi opinión al respecto: la ironía sirve para darnos cuenta de la complejidad del ser humano, de la falacia de las respuestas absolutas, de lo misteriosa que es la vida llena de paradojas y, sobre todo, de nuestra pequeñez ante casi todo lo que nos rodea y, por contraste, de nuestra grandeza al esforzarnos por dominarlo todo.
Así entiendo yo la ironía.
Si en las descripciones que hace el autor sustituimos la palabra ironía por cinismo entonces sí estaría totalmente de acuerdo.
Respecto a lo demás, es muy interesante lo que dice aunque me parece que en la esfera pública la razón cada vez ocupa menos espacio ya que el sentimentalismo va ganando terreno. El sentimentalismo produce ese modo de pensar vacío, sin anclajes ni referencias, sin principios ni valores. Porque tener ideas claras y principios que defender trae muchas complicaciones. Y escapamos de las complicaciones.
Me acuerdo de cierto vídeo que tanto le gusta al autor de este blog de una entrevista a una señora de la TVG. Es una situación que no deja de tener su punto de ironía (por muchos motivos) y a la vez nos habla de las convicciones, los valores y la coherencia.
La paradoja es inteligentísima y comprometida con la complejidad de las cosas. La ironía solo implica burla despectiva, que no quiere entrar en el fondo del asunto y lo ataca por un lado. Por ejemplo, acabo de leer: «Dice Feijóo que en Europa no entienden lo del Senado. Ha ido a buscar el mejor ejemplo: parlamento y union europea, pinganilloland». Eso es ironía. El humor del comentario puede hacer olvidar que sin pinganillos en el Parlamento Europeo no se entenderían y en el español, sí.
En cuanto a lo otro, de acuerdo.
A mí me parece claro que Zagajewski no se refiere a la ironía socrática precisamente.
Hay dos extremos en la actitud irónica: el del fanático, que no admite la ironía en absoluto, y el del cínico, que ironiza sobre cualquier cosa. En mi opinión, ambos extremos nos degradan intelectualmente. El primero, por no admitir el humor, lo contingente y lo opinable; por renunciar a la libertad, en último término. Y el segundo, el cinismo, por relativizarlo todo, por tomar ocurrencias por criterios, por no reconocer lo serio. O sea, por renunciar a la verdad.
Para comprobar que buena parte de la confusión actual la generan fanáticos y cínicos no hay ni que leer los periódicos, basta con escuchar conversaciones en una cafetería. A leer lo que escribe Zagajewski, lo que yo he percibido es un lúcido rechazo del cinismo y la frivolidad instalados en nuestra cultura.
Bien explicado, sí.
Pues eso, la ironía del cínico, como dice Steps, a eso me refería: un lúcido rechazo del cinismo.
Esa ironía cínica (ese cinismo), además, es fácilmente reconocible porque es muy básica, simplona y falsa, y muchas veces, por eso mismo, ni siquiera tiene gracia.
Quizás es cuestión de matices.
A mi me gusta el comentario irónico, aunque quizás haya que especificar si se trata de ironía o socarronería o que se yo. Pero, obviamente, no me gusta el cínico que tiene miedo a la verdad.
De todos modos, incluso la ironía del cínico abre puertas al pensamiento. Ese ejemplo de Feijóo puede llevar a cualquiera que lo lea a plantearse por qué tanto pinganillo en Europa (y se contestaría a sí mismo fácilmente), y si continúa el razonamiento es fácil llegar a la conclusión de que la Unión Europea no es una cosa tan sencilla precismaente por las diferencias que hay entre países y que una cosa es la unión económica o comercial y otra la unión política, y etc, etc.
Y ese proceso racional es positivo.
Dices: «La ironía solo implica burla despectiva». Yo creo que la ironía es una parte del humor y el humor es una parte de la inteligencia y la inteligencia una parte del pensamiento y el pensamiento es una parte de las vivencias, fíjate cómo veo yo la ironía. Distintas. Un abrazo colega
Bueno, no lo digo yo, querido Guisande, lo dice el diccionario. Otra cosa es que le llames ironía a lo que no es. Ciertamente, hace falta sentido del humor para ser irónico, pero, como muy bien dices, es solo una parte del humor. Coincido con Steps Ahead en que existe una ironía inteligente y agradable, pero en los tiempos que corren se usa más la otra.
Miguel: salvo que tu glosa del ejemplo sea irónica…
Efectivamente la glosa del ejemplo es algo irónica.
De todas formas, me parece que todos hemos entendido a qué se refería el autor que citas. Aunque algunos le añadiríamos algún matiz (como cínico o cinismo.
Volviendo al ejemplo, en aquella ocasión parecía que la realidad se había vuelto en contra de las previsiones de los entrevistadores. Me recuerda a ‘La cena de los idiotas’: quieren ridiculizar a alguien y acaban ridiculizados ellos por el presunto idiota. Las ironías de la vida.
Pero bueno, para los que no somos muy cultivados quizás nos falte el conocimiento exacto de lo que son las figuras retóricas.
Me parece que todos hemos entendido.