La Voz de Galicia

No me gusta escribir de política, entre otras razones, porque ya lo hacen otros mucho mejor. Pero algunas semanas resulta difícil sustraerse a la tentación. Después del enésimo debate económico, apenas podemos decir otra cosa que: 1) no se hará nada todavía, y 2) todos están de acuerdo —salvo quizá IU— en lo que hay que hacer. Como resultado de tan extraño consenso, han decidido crear una comisión para llegar a algún consenso. Imposible superar este surrealismo. Y eso, porque nadie nos quiere decir la verdad pelada.
La verdad pelada es que todos —gobierno incluido— están de acuerdo en que el Presidente se equivocó en la gestión de esta crisis. Todos están de acuerdo en las medidas que deberían haberse tomado y en las que hay que tomar. También concuerdan todos en que se trata de medidas duras, antipáticas e impopulares, pero necesarias. El propio gobierno las ejecutaría de inmediato si estuviera en su primer año de legislatura, con cuatro por delante para recuperarse. Y tanto el PSOE como el PP las adoptarán —si nadie lo hace antes— en cuanto ganen las siguientes elecciones, pero hoy unos no quieren explicitarlas del todo y otros no quieren aplicarlas. Y sabemos de sobra por qué.
En vez de explicar que nos hemos equivocado —Zapatero se ha equivocado, pero nosotros le elegimos— y que toca rectificar, crean una comisión que es innecesaria, porque si se toman las medidas en las que todos concuerdan, el PP y los demás las respaldarán en el Parlamento. Y si no, nada hay que pactar. ¿Cuál es el problema, entonces? Que tienen que encontrar un modo de decidir esas medidas que no les desgaste tanto. El único que se les ocurre consiste en crear una comisión para repartir «la culpa» de lo que inevitablemente hay que hacer. Y no les importa perder más meses mareando la perdiz… mientras nos hundimos.