La noche del domingo escuché el informativo de la SER por darme el gusto de confirmar que la noticia sobre la Misa de las familias celebrada ese día en Madrid tendría la cobertura irónica que esperaba: introducción irónica, datos escasos, cortes de sonido con declaraciones de los asistentes más extremados y una coda final con el inevitable representante de la doméstica Asociación Juan XXIII, el teólogo Juan José Tamayo. Todo previsible.
Ese mismo día y ayer se montó cierto debate en las redes sociales y en los blogs. Lo resume bien Internet Política. Quizá lo más significativo pueda leerse en esta entrada de La Huella Digital y en sus comentarios. Aclaran suficientemente la altura y la nobleza de las argumentaciones: unos a favor del titular grosero del diario Público, que Ignacio Escolar reenvió por Twitter con un añadido, y otros en contra, empezando por el propio Nacho de la Fuente, que se limita a decir: «Falta de respeto».
Me acordé de Zagajewski, que en su magnífica defensa de la poesía (Acantilado 2005), escribe:
«Hay autores que usan la ironía para azotar a la sociedad de consumo, otros luchan contra la religión o contra la burguesía. A veces, la ironía expresa algo más: la desorientación en medio de una realidad plural. A menudo simplemente encubre la pobreza de pensamiento, porque si no se sabe qué hacer, lo mejor es volverse irónico. Después, ya veremos» (p. 15)
Qué cita tan deliciosa, Paco. La usaré…
Siempre que encuentro a un ironista en los relatos pienso en alguien triste, tan acostumbrado a la tristeza que ha tenido el tiempo suficiente para fabricar respuestas de artificio.
Pertenece a un ensayo sobre la ironía en la literatura. No tiene desperdicio. Me parece que disfrutarías mucho con ese libro.
Exacto Paco. Todo gira alrededor de la pobreza de pensamiento. Y, de paso, la mala educación.
Salud y Feliz Año.
Te felicito por la reflexión, Paco, que suscribo 🙂
Me hace gracia eso que dices de los «testimonios» que cuidadosamente escogen este tipo de periodistas comecuras para condimentar la noticia: aquellos que chirrian, aquellos que no representan a la mayoría presente, a menudo personas de edad avanzada, voz poco amable…
Lo peor es que, tal como cocinan las noticias, hay gente que les compra el tema y se lo cree. Los hechos, en todo caso, es lo que menos les importa.
Con independencia de que esté de acuerdo con el verdadero significado de Matrimonio, el cardenal Rouco tiene demasiadas «perlas» como para, como católico, considerar que representa mi voz dentro del catolicismo.
Nunca ha sido un personaje que me cayese bien. De hecho el fue el que celebró la ceremonia de mi confirmación. Cuando acabó, salí «cagando leches» para no besarle el anillo.
Aunque culto e inteligente, ese tipo de personas, dentro de la Iglesia no me representan, es más, creo que alejan a otras muchas de ellas. Mi fe, afortunadamente va más allá de este hombre y de Ratzinger. Tal para cual
Javier, creo que Rouco no es el quid del tema. Esto va mucho más allá de afinidades personales. Esto va -o así entiendo yo este «post»- de informar de hechos, de objetividad, de informar sin prejuicios, de veracidad informativa…. Un saludo!
En eso te doy la razón, pero es que el personaje es antipático hasta decir basta. El primer contacto con él fue en el Colegio Mayor San Agustín, de Santiago, en 1987. Dónde queda Tarancon!!!!
Ya sé que suena casi a tópico, Paco, pero, ¿por qué nunca se atreven a hacer estas bromas sobre el Islam? ¿Quizá por miedo? No, estos paladines de la libertad nunca lo tendrían…
Lo digo aprovechando que en Noruega acaban de publicar un facsímil con las caricaturas de Mahoma. A ver qué pasa.