La Voz de Galicia

Me contaron hace años la historia de un accidentado muy maltrecho, y en apariencia inconsciente, que fue recibido con muchas prisas en el servicio de urgencias de un hospital de Bilbao. Lo subieron en una camilla y a todo correr se lo llevaron, supongo, hacia un quirófano. Tomaron mal la primera curva y el paciente se les cayó. Volvieron a colocarlo en su sitio, pero no redujeron la velocidad ni mejoraron los cuidados, de modo que volcaron una segunda vez. A la tercera, desde el suelo, el accidentado abrió los ojos y les dijo las tres palabras del título: «Ya os vale». Y los volvió a cerrar.
«Ya os vale», deberíamos repetir hoy a coro ante el bochornoso golpeteo de noticias sobre corrupción que nos dispensan cada día.  La triste enumeración engorda varios palmos por semana: la Gurtel, Pozuelo, El Ejido, el Palau de la Música, Mercasevilla, los varios asuntos baleares del PP, a los que se ha unido ahora el caso Munar, socia de unos antes y de otros ahora. En fin, una lista interminable a la que se podrían añadir más nombres y geografías: Alhaurín, Boadilla, Estepona…
Se juntan muchas cosas. Primero, que los tiempos de crisis alumbran las excrecencias de los tiempos de bonanza. Luego, que nuestros políticos, en vez de ponerle coto y remedio, se dedican a utilizar toda esa porquería para lanzarse pellas de mierda los unos a los otros. Y por fin, que vivimos en una sociedad atontada por los golpes, pero que no termina de despertarse siquiera un momento para decirles: «Ya os vale».
Y la bola sigue. El paro crece y la actividad económica no repunta: los datos de la EPA, conocidos ayer, demuestran que nos hemos vuelto unos expertos en el sospechoso milagro de recortar paro sin crear empleo. El paciente sigue malito, inconsciente, camino del quirófano y en la camilla que, entre todos, vuelcan una vez y otra y otra más. Sin quejarse, sin remedio.

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