La Voz de Galicia

El comentario de Flannery O’Connor que recogía hace unos días se complementa muy bien con este que tomo de Bienvenidos a la Fiesta:

David Mamet: «El arte que conozco con el que se puede comparar [mi trabajo como dramaturgo] es [el de] la talla de madera. Empiezas a tallar un trozo de madera y pronto el objeto cobra vida propia. Parte de la habilidad para tallar la madera consiste en saber cuándo la madera te dice hacia dónde quiere ir. Obviamente será un pato si has empezado a tallar un pato, pero el tipo de madera determinará en gran medida el tipo de pato que será. Y al escribir dramas se da un fenómeno parecido. Empiezas con una idea, se convierte en otra cosa, y tu habilidad consiste en aprender a escuchar el propio material».
Y, en otro momento, lo dice así: «Cuando escribo una obra, lo que intento es escribir esa obra. En cuanto al efecto…, no es que no me interese, pero en realidad mi cometido no es manipular al público, ya sea por un motivo político o para conseguir que le “guste” mi obra. Mi cometido con la obra se cumple de acuerdo con su propio silogismo lógico. Si esto es así, aquello es asá. Ésa es la diferencia entre un dramaturgo y un creativo publicitario. El creativo publicitario debe preocuparse, como nos dice el señor Ogilvy, sólo por el efecto que causará en el lector o el espectador, para convencerlo de que compre el producto o el servicio anunciado. Si al creativo publicitario le preocupan los premios que va a recibir o el prestigio que adquirirá en el mundo de la publicidad o incluso la belleza estética del anuncio —sin pensar en su capacidad de influir en el espectador—, esa persona no está cumpliendo con su cometido. La dramaturgia es todo lo contrario».
Conversaciones con David Mamet (David Mamet in conversation, 2001). Barcelona: Alba, 2005.