La Voz de Galicia

Solo los muy ingenuos ignoran que las grandes empresas, o incluso sectores económicos enteros, organizan sus fuerzas para obtener ventajas de los gobernantes: son los llamados grupos de presión o lobbies que trabajan en los círculos del poder ejecutivo —en otros países, también en los del legislativo, pero aquí menos— para promover nuevas leyes en su beneficio o evitar que se perjudiquen sus intereses. Basta ver, por ejemplo, cómo las está pasando moradas Obama en su intento de reformar el sistema sanitario estadounidense. Su lucha con la Asociación Americana de Hospitales y con la America’s Health Insurance Plans, entre otros, repite la que tuvo Clinton en 1993 y, de momento, como él, va perdiendo. Pero allí la contienda entre gobierno y lobbies se puede seguir en la prensa. Aquí, no. España es uno de los países con menos conexiones a internet de Europa, y también el cuarto país con el acceso más caro. Esto tiene muchas consecuencias —por ejemplo, para el futuro del español en la red— y se debe en no pequeña medida a pura miopía política. Ayer la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones anunciaba un nuevo y desesperante retraso en la implantación de la fibra óptica de alta capacidad, de modo que dentro de quince años ni siquiera estaremos donde está hoy Dinamarca. Pero desde septiembre los niños de 10 tendrán su ordenador portátil, aunque no puedan enchufarlo a nada. No sabemos quien será el afortunado proveedor de tan descomunal como inútil pedido de maquinas, programas y material didáctico. Pero alguien esta a punto de cerrar un negocio de fábula. Ocurrió algo parecido en el franquismo, con aquel cambio de estudios en el bachillerato para el que solo una editorial, curiosamente, tenia libros de texto ya preparados. Quizá repita pelotazo la misma editorial, dueña ahora del periódico que adelantó la noticia. Quién sabe…

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