McCoy (vía): »
El Cuarto Poder está en crisis. Menuda novedad. Lleva en crisis mucho tiempo. Demasiado. Exactamente desde el momento en que perdió la función que la sociedad le había asignado y reemplazó la verdad por la rentabilidad, la objetividad por el interés partidista, la razón por la servidumbre. Los despojos operativos y financieros en que se han convertido gran parte de los grupos de comunicación españoles son una consecuencia más de la ruptura, hace ya décadas, de la identificación entre la causa fundacional y la acción a desempeñar por el periodismo patrio, proceso de deterioro paralelo al que han vivido gran parte de las instituciones públicas que nacieron al calor de ese esfuerzo de renuncia colectiva que fue la Transición española. La actual coyuntura empresarial no es lo importante. No se engañen. El problema fundamental de muchos actores del sector es la pérdida de sus señas de identidad: la prostitución de sus principios y la renuncia a sus ideales. De ahí que no me den pena alguna, la verdad. Ni siquiera me inspiran la mínima compasión de quien fue y ya no es, recuerdo del pasado. Se lo han ganado a pulso. De hecho, no creo que se pierda nada con su desaparición. Más bien al contrario: espero que se convierta en la gran oportunidad para que la causa última que justifica la labor de los medios vuelva a brotar con renovado brío para cumplir con la fundamental misión que han de llevar a cabo en cualquier colectividad. Claro que mucho esperar me parece a mi a día de hoy. En fin.»
Por fin alguien lo escribe con todas las letras!!! No puedo estar más de acuerdo.
Gracias por el enlace. El fondo del asunto es que tanta complacencia entre políticos, banqueros y medios sólo produce un profundo desinterés por lo que esos señores tengan a bien contarnos. Eso, al final, acaba merendándose la confianza en los medios y su influencia social. Se lo han buscado a conciencia.
El enlace está bien, pero no es nada nuevo. «Ciudadano Kane»
he leído el artículo y coincido con algunas cosas que dice y con otras no. En primer lugar no hay que olvidar que los dueños de los periódicos, o sus gestores, son empresarios y, por lo general, tienen formación empresarial únicamente. Es decir, su principal objetivo es la rentabilidad. Esta premisa explica muchas cosas. Los medios han optado desde hace muchos años por la reducción de costes en el apartado de personal. En primer lugar porque los empresarios, gerentes y dueños no creen en la validez de los periodistas. Por ese motivo las redacciones están llenas de recién licenciados, o muchos sin licenciar, que cobran salarios míseros y trabajan como el que más. (Una aclaración. El número de estudiantes de periodismo es elevadísimo en relación con la capacidad de absorción del mercado laboral, de ahí que los medios se puedan permitir una auténtica explotación de los jóvenes).
Esta falta de inversión, yo diría más bien desinversión, en personal ha llevado a los medios a un pérdida de calidad realmente alarmante. Los periodistas están, estamos, mal formados para lo que luego tenemos que hacer y tenemos que escribir sobre asuntos que, en muchas ocasiones, nos vienen muy grandes. Pero se da la paradoja de que escasean los periodistas de tropa que peinen canas (salvo en medios grandes o públicos -aunque en estos últimos cada vez menos-) Y aún así, quienes peinan canas tampoco es que sean unas lumbreras. Coincido con MacCoy e que es desalentador ver las tertulias de la tele o escuchar las de la radio porque es alucinante la incontinencia verbal de los periodistas, alucinante. Y es curioso lo poco que acuden los medios en España, en especial los audiovisuales, a los expertos, en comparación con otros países, para explicar las cosas que pasan. Dichos eventos se acaban convirtiendo en una discusión tabernaria, con el mismo nivel que la charla del bar de abajo. No se trata de eso.
Sin embargo, estoy en desacuerdo con las definiciones de cuarto de poder que da el articulista. Bueno, más bien diría que creo que hay cuestiones matizables. Entiendo que los medios tienen mucho poder, pero tampoco creo que tengan tanto como el que se les presupone…Sigo luego
Bueno Javier, Ciudadano Kane fue el inventor de la prensa amarilla. Hay que tenerlo en cuenta.
En la carrera decían que la prensa debe formar, informar y entretener. De los tres verbos creo que el único que realmente cumple ahora mismo es el último.
El articulista pinta la cosa como muy idílica cuando habla de la importancia de los principios y demás. Eso está muy bien pero a los empleados hay que pagarles a fin de mes y los principios necesitan de medios económicos para subsistir. Coincido en que tener principios es rentable, pero lograrlo es muy difícil.
Por otro lado, el articulista olvida la gran cantidad de periódicos regionales que hay en España. Con la típica visión centralista de la jugada se olvida de que en Barcelona el periódico que más se lee es La Vanguardia (que es de allí), en Valencia, pues no sé cuál, Las Provincias quizás…, en Bilbao, El Correo, en Coruña, La Voz, en Santiago, el Correo, en Vigo el Faro, en Sevilla no sé si será el ABC de Sevilla o alguno andaluz, en Zaragoza me imagino que el Heraldo, en Oviedo La Nueva España, en Gijón El Comercio, en Valladolid, El Norte de Castilla. Así que no nos confundamos. Los diarios de tirada nacional, como los llaman, tienen el grueso de sus lectores en Madrid, a los que suman unos poquitos de cada parte de España. Sin embargo, el diario que crea opinión, el que tiene más influencia y más lectores en cada ciudad, es el local. Al mismo tiempo hay que tener en cuenta, cosa que también se olvida muy a menudo, que la capacidad política del Gobierno central está seriamente disminuida. Es más, prácticamente no existe. De ahí que en muchas ocasiones sea más importante un periódico de influencia regional que uno de tirada nacional. Por ejemplo, con lo de Educación para la Ciudadanía. El gobierno central aprobó una cosa y luego cada autonomía hace lo que le da la gana con el asunto. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos nuestra relación con el gobierno central es prácticamente inexistente (salvo Correos, la seguridad social y Hacienda -y no toda la Hacienda-) el resto es de competencia autonómica. Esto lo digo porque lo que pasa en la Villa y Corte no es, en la práctica, tan importante como parece y los periodistas, deslumbrados por los palacios y los ministerios y demás, pierden totalmente la perspectiva.
Seguiré…
Sobre este asunto de los medios me pareció muy interesante la entrevista a Paolo Vasile que publicó El Mundo el otro día. El tío habla claro, aunque su tele es un bastante malilla. Ahora bien, para el tema que no ocupa dice una frase que no está nada mal y que creo que define muy bien al empresario típico de la comunicación: no hay televisión buena o televisión mala, sino televisión que se y televisión que no se ve.
¡Esos son los empresarios de los medios!. ¡Olé sus coj…!
Perdón por las faltas de mecanografía.
No es «amarillo» todo lo que reluce. Verás…Muchas veces, y casos recientes puedo poner, que se crea un diario para apoyar a tal o cual partido. Hay uno concretamente que todos tenemos en mente y no es lo que yo llamaría «prensa amarilla», pero defiende desde su tribuna ciertos intereses. Kane ponía parte de su gran fortuna en enterrar a jueces y políticos que no le eran afines. Eso ya ha ocurrido en España con un diario muy «respetable». La prensa es poder, pues también es propaganda. Y eso cuando no es calumnia. Y como la sociedad no es la suma de individuos sino que nos comportamos de acuerdo con el «Teorema de los grandes números»…
Afortunadamente tenemos Internet,en que cada cual puede escoger sus fuentes de información…Pero hay que tener criterio, claro, igual que cuando se escucha una noticia. Los «blogs», por ejemplo este, cada día son más importantes en la formación de opinión. Cada uno con los que más le vayan, pero creo que la prensa tradicional escrita está herida de muerte, y no por lo que dice McCoy, que también, sino porque cada vezz se buscan otras fuentes alternativas y más interactivas.
Y ya veréis como dentro de poco se querrá limitar los contenidos y opiniones. Y si no, al tiempo. En China son unos expertos.
Por cierto: «no hay televisión buena o televisión mala, sino televisión que se y televisión que no se ve.» Esa afirmación la firmo yo. Si no quiero ver la tele, la apago y me voy a uno de los quinientos canales a los que puedo acceder mediante Internet. Un empresario no es una ONG. Si me dices eso de TVE o de cualquier autonómica que la pagamos todos, pues vale.
Pues yo no la firmo. En primer lugar porque es una justificación para la basura en la tele. Y en segundo lugar porque es falso. Que tú veas o no, o compres o no, o uses o no, la tele, un periódico o cualquier producto, no le añade ni le quita nada a dicho producto. Será igual de bueno o de malo independientemente de que tú lo uses o no lo uses. Hay cientos de programas de la televisión que son programas horrorosos. El hecho de que los vea mucha gente no los convierte en buenos. Simplemente son programas horrorosos que los ve mucha gente.
En cuanto a la cita de Kane lo que quería decir es que cuando la intención de un periódico es hacer propaganda no creo que haya que considerarlo como periódico sino como panfleto o algo así.
Vale. ¿y dónde está el problema? ¿Te vas a erigir ‘papá’ de la gente? Ya sé que son asquerosos. No los veo y fuera. Otra cosa sería que me obligasen. Bastantes problemas tenemos más que lo que echan o no en la tele. A lo mejor lo que hay que planteaer es cambiar el modelo de TVE, pero no me vas a liar por ahí. Una televisión privada puede orientarse como entretenimiento zafio, como entretenimiento como la antigua a3, como fin social, como la COPE, en fin, lo importante es que el empresario pueda obtener ganancias y pague decentemente a los empleados. Poniéndoles corsés no los vamos a hacer mejor.
Y que conste, estoy de acuerdo, en la tele suelen poner basura…(pero no la pago yo) Un saludo
Hay formas de propaganda muy sofisticadas…y tú lo deberías saber mejor que yo (Creo que eres periodista o al menos has estudido eso)
Creo que no me explico bien.
Lo que quiero decir es que los productos televisivos en nuestro país, en líneas generales, son bastante malos. A mi me encanta la televisión pero no encuentro programas que me gusten. Hay uno en la gallega que me gusta mucho, que va sobre pesca y es muy ameno, está muy bien hecho y no creo que sea muy caro. Hay otro sobre animales domésticos, mascotas y demás que lo mismo.
Pero en las nacionales, buffff. Gran hermano, cotilleos a todas horas, la noria, más cotilleos, esos programas interminables con una tertulia detrás de otra, buffff. Soporífero. Incluso 59 Segundos que empezó siendo un buen programa y que tenía pegada creo que ya está quemado.
Los programas son malos. ¿La gente los ve? Si, porque no los hay mejores. Yo no digo que las televisiones sean ONG, que busquen beneficios como empresas. Ahora, la calidad de sus programas es menos que cero. Decía Vasile en la entrevista que sus espectadores, los de Telecinco, no son «comedores de basura». En fin, no hay más que ver la altura intelectual de los sms que envían los espectadores a muchos de esos programas para darse cuenta de su nivel general.
Esto es como los exámenes. Cuando vas a por el sobresaliente, te quedas en el notable. Cuando vas a por el aprobado, suspendes.
Igual. Cuando no te importa el nivel cultural de un programa, es decir, que le aporte algo al espectador, entonces acabas derivando hacia la basura más basura y te acabas convirtiendo en un profesional de la basura. La verdad, prefería a las mama-chicho antes que a esta especie de basura refinada que hacen ahora. Era una cosa más…como diría…simple.
Sobre la televisión recomiendo vivamente la serie ‘Studio 60’. ¡Impagable!
Me he liado bastante. Mil perdones a todos.
En mi calle había dos tenderos. Uno de ellos era un hombre austero. No gustaba de usar trajes caros y su coche-que usaba también para el trasiego de su trabajo- mostraba el paso de los años y las sucesivas capas de reparaciones y de pinturas empleadas en su mantenimiento. Nunca dejaba de pagar sus facturas y sus empleados parecían de la familia preocupándose de los estudios de sus hijos y con frecuencia tenía que dar un empujoncito económico a alguno, cuando las cosas en la familia estaban muy apretadas. Al otro -que no dudaba hacer ostentación de su éxito-, sus empleados le duraban poco, pues el estipendio acordado siempre tenía letra pequeña y mucha desmemoria.. Usaba ropa de marca a la última moda y un buen coche que renovaba con frecuencia. No dudaba en dar gato por liebre, demoraba el pago de sus facturas y cuando le recriminaban en el bar. su imagen opulenta contrastando con su poco compromiso a la hora de atender sus obligaciones, contestaba riendo:
“si me ven un buen coche me fían, si no fuera así, nadie me vendería.”
Con el tiempo, la gente de mi barrio se fue enterando y los jóvenes que antes pululaban en la tienda del vanidoso, dejaron de frecuentarla y las cosas se agravaron.
El tendero sencillo de toda la vida, fue poco a poco pagando y ampliando su negocio, el otro siguió intentándolo comprando coches cada vez mas grandes y lujosos financiados por el banco hasta que este último se quedó con todo. Un día dejamos de verlo pues se vio forzado a abandonar el barrio acosado por los acreedores.
Al timón de las empresas – incluso de las de comunicación- hay hombres. Sean empresarios, periodistas o tenderos, los que llevan las riendas de su negocio, deciden día a día en función de sus valores y su conciencia. Algunos piensan en sembrar para el futuro y otros en trucar la báscula como el Don Cilidonio de Risco, gastándose lo que no tienen. Creo que siempre ha habido y habrá personajes de este tipo. Al frente de televisiones, de las grandes empresas o de las panaderías. Por desgracia, las grandes compañías y sociedades anónimas, no tienen una cara al frente. – ni cuerpo que encarcelar, ni alma que condenar-. Quizás por eso florezcan mas que nunca personajes apostados y agazapados entre las zarzas y la confusión. Otros sin embargo todavía dan la cara y les preocupa el que dirán.
Mi abuelo apuntaría que hemos perdido la vergüenza. Siempre me contaba sobre las dos amigas: la niebla y la vergüenza… pero eso ya lo contaré en otro momento para no extenderme.