La Voz de Galicia

Copio de Ardiendo a un clavo:

Cuentan que ocurrió en un juzgado de Gernika: que el abogado demandante llamó a su primer testigo, una señora de avanzada edad, natural de Bermeo y que comenzó el interrogatorio preguntándole:

Agui`re anderea (Sra. Aguirre), ¿usted me conoce?

– Pues claro, txo. Claro que te conosco. Conosco desde que eras umetxo. Francamente, desilusionado me has. Ganorabako. Mientes, engañas a la mujer, andas con putas, manipulas a las gentes y dises cosas malas de ellas a las espaldas. Gixajo. Crees que persona importante eres, cuando no tienes inteligensia suficiente ni para barrendero. Bai, por sierto, que te conosco

Él se quedó petrificado, sin saber qué hacer. Y después de intentar recuperar el aliento por unos segundos que se le antojaron eternos, apuntó hacia el otro extremo de la sala y preguntó:

Agui`re anderea, ¿conoce al letrado contrario?

Bai, por sierto, conosco be bai al otro abogado. Y también desde txikitan. Es flojo, le da a la pitarra, anda siempre en peleas. Es un abogado malo, malo. Le disen “Hecatombe”. Es putero conosido en todo el pueblo y las gentes cuentan que anda con mujeres de otro. Y mire, señor abogado, no sea sinsorgo, que una es la suya. ¡Claro, comemos en casa pero picamos fuera! Sí, pues, conosco

El primero, en estado de shock, trató de pensar un momento y cuando se proponía hacer la siguiente pregunta, el juez le interrumpió pidiendo a los dos letrados que se acercaran inmediatamente al estrado. Apagó el micrófono e inclinando la cabeza, con voz muy tenue, les advirtió:

– Si a alguno de los dos se les ocurre preguntar a la vieja si me conoce ¡les juro que se pudren en la cárcel!