En tiempos de abundancia se disimula fácilmente la falta de coraje, de ideas grandes, de magnanimidad. Pero en los de escasez, no hay como tapar debilidad tan vergonzosa. Cuando las cosas van bien casi solas, se puede sonreír sin otro fundamento que ese, el que las cosas van bien: la barriga llena, los caprichos cumplidos, los riesgos cubiertos (o eso parecía), la posibilidad de demandar al ayuntamiento porque el niño se había roto una pierna en el botellón (porque el ayuntamiento no cuida como es debido de los niños borrachos) o la exigencia de un autobús para que vuelvan vivos de las juergas nocturnas y, en fin, mucho tiempo libre para discutir, para enzarzarnos en debates que, en tiempos de crisis, parecen vulgares, producen la sensación de gente tediosa que ha estado perdiendo el tiempo.
Pero el coraje, aquel que echaba tanto de menos Soljenitsin en Occidente («“El mundo occidental ha perdido su coraje civil, tanto en conjunto como individualmente: en cada país, en cada gobierno, en cada partido político y, por supuesto, en la ONU”), ese coraje no viene de la nada, sino de un conjunto de virtudes personales (la sobriedad, entre ellas), que se hacen sociales a base de que los individuos las vivan.
La crisis, que será honda y mucho más en nuestro país, puede leerse también como una oportunidad: la de recuperar el coraje, la de hacernos más fuertes. Una cura de adelgazamiento sin balneario, que empiece por la solidaridad con los que van cayendo a nuestra vera: en el paro, en el hambre, en la miseria o en la desesperación. Sin mirar para otra parte. O tendremos una crisis mucho peor, más larga y dolorosa, con una inseguridad que saltará de los pechos angustiados a las calles.
Pero, como escribía Habermas, «¿Quién se atreve hoy a decir a la sociedad lo que le falta y que, siéndole desconocido, le es esencial?»
Te ha quedado un artículo redondo, con la cita de Habermas, sobre todo: un pensador crítico con el capitalismo cuyo diagnóstico coincide con posturas idelaes muy diferentes… y a todos se les crea un tiempo de silenció social
Óscar
Qué bueno, Paco. Y qué clarito…
Hago recuento de ciertos debates y ciertas reivindicaciones de estos últimos meses en mi tierra y, ahora, que parece que estamos asomados al fin del mundo, me da la risa. Por las dos cosas: por las casquetas pasadas y el apocalipsis presente, tan unidos.
A pesar de todo me queda algo de confianza en la especie humana. Tiempos peores han pasado y nos hemos levantado. Las crisis son saludables cuando pierdes el norte. Me alegro (en parte) por esta crisis porque pone de manifiesto el el hombre necesita un salto cualitativo en su evolución, hacia un estado más espiritual. Sé que va sonar a broma, pero los ummitas ya nos han advertido de esto a través de sus cartas. Y la Biblia mucho antes
Y es verdad, los valores olvidados en tiempos de bonanza y bienestar son los únicos que pueden sacarnos a flote. Si no hay solidaridad, estaremos perdidos.
Es verdad qque vendrá bien a todos apretarnos el cinturón. Nos creamos necesidades innecesarias en muchas ocasiones. Demasiadas vitaminas para estar en forma. Los que vivieron épocas de cartillas de racionamieno -¡por favor, que nadie me tome por agorerro!- después vivieron más sobriamente y valoraron todo mucho más. Soy optimista y saldremos adelante porque la mente humana y el esfuerzo común hacen maravillas. Despues de la segunda Guerra Mundial en Alemania, cuando todo estaba destruído, había en las calles unos letreros junto a pilas de ladrillos,en los que se animaba a los que pasaban cerca de la siguiente manera: «Si usted va a tal barrio lleve uno o dos ladrillos». Que cada cual saque sus conclusiones: Solidaridad, es la mía.
Lo que dice Paco es una de las paradojas del ser humano. Naturalmente tendemos a la tranquilidad, al bienestar, a vivir en paz y sin contratiempos. Creo que con eso se conforma casi cualquier ser humano. Sin embargo, en muchas ocasiones, lo mejor de los hombres sale a relucir en los momentos de crisis. Es decir, en unas circunstancias contrarias a nuestro anhelo natural. Somos mejores cuando los tiempos son peores y somos peores cuando los tiempos son mejores.
Es un razonamiento chocante. Paco habla de oportunidad. Las crisis como oportunidad para una mejoría, tanto a nivel personal como colectivo.
Me viene la advertencia del diablo a su sobrino en ese libro delicioso de C.S. Lewis. Le viene a decir algo así como que está bien que provoque todo tipo de desgracias entre los hombres, pero que evite que se desencadene una guerra porque eso llevará a los hombres, tras mucho sufrimiento, hacia el bien.
No lo sé. ¿Alquien lo sabe?
Silencio social en vez de barullo social, sí. Gracias por venir desde tan lejos.
Ander: estuve a un tris de ejemplificar con algunos debates estúpidos. Por estas tierras no es muy distinto.
Gracias, Marta. No os perdáis su blog, por favor.
Está bien, Javier, no me tomaré a broma lo de los ummitas, nooooooooooo. Como vuelvas a poner un enlace como ése, en fin.
Solidaridad, don Xosé, solidaridad.
Me gusta mucho C.S. Lewis, Maikel, muchísimo. «Las cartas del diablo a su sobrino» me han hecho reír y pensar. Pero justo con esa consideración no puedo estar de acuerdo. Las guerras son un mla en sí mismo. Se pueden sacar bienes de ellas, claro. De cualquier mal. Pero hay que evitarlas. Y no creo que el diablo se empeñe especialmente en evitarlas.
Para Paco:
El tema de los ummitas no es una broma. Tengo cientos de cartas (ya te pasaré alguna) que habla del deterioro moral de la Tierra. Por otra parte no es una página pornográfica ni estúpida. Hay que tener la mente muy abierta para entender realidades más allá de nuestra comprensión. ¿Acaso es más racional el tema de Dios? También los ummitas creen en El.
Quizás mi problema, Paco, es que soy «demasiado original» y nombro ciertas cosas que por su incmpresión se toman a cachondeo. Me gusta Bukoswki (Que para ser yo tan facha no está mal).
En fin, el Blog es tuyo
Un abrazo (PD: Publica esto, please)
Yo tampoco estoy de acuerdo con esa consideración. Pero tampoco estoy seguro de que las crisis sean oportunidades. Obviamente una guerra es una desgracia mucho mayor que una crisis económica. Sin embargo que una situación de crisis sea una oportunidad no creo que dependa del nivel de gravedad de la crisis.
Las oportunidades las tenemos siempre. Si tienen que ser los condicionantes externos los que nos empujen a aprovecharlas creo que poco vamos a avanzar.
Por otro lado, no me parece que los hombres, por lo menos los de nuestro entorno, seamos tan indiferentes. Simplemente nos amoldamos a las circunstancias. Cuando vienen tiempos buenos vivimos alegremente. Cuando vienen tiempos malos, nos apoyamos unos en otros para salir adelante. Es un poco como la cigarra y la hormiga. Tenemos un poco de ambas. La hormiga es admirable, pero… la verdad es que no tiene nada de divertido. La cigarra es frívola y así le va. Quizás lo ideal sería una mezcla de ambas.
Las crisis son oportunidades estupendas para no aumentar la entropía de nuestros comportamientos. Disminuir la entropía implica gasto energético (esfuerzo). Ya que la naturaleza es entrópica por el segundo Principio, que por ahora nadie se atreve a negar, no nos dejemos llevar por la propia naturaleza y ordenemos nuestras vidas aunque sea costoso. A mí las crisis me han necho mejor
Escuchaba de los viejos:
¡Paradoja de la vida es, que las cosas buenas a los malos hacen mas malos y las malas a los buenos hacen mejores¡
Vaya, me alegro que Prometeo diga algo parecido: paradojas de la vida
Prometeo, por Dios, benditos os ollos que te len!
Nadie,Paco, nadie.
Gracias Amalia pola benvida. A verdade: estes días non teño internet na casa e no traballo apenas pra ler e contestar os correos…pero intento ler todo.
Maikel…no entiendo bien la paradoja de esa paradoja en mi boca, (valga la redundancia)
Me refiero a que es una paradoja que en los malos tiempos los buenos sean mejores. Intenté decir que es una paradoja en una entrada anterior y ahora veo que tú también dices que es una paradoja, lo cual me ha hecho gracia. No me refería a que fuese paradójico que coincidiésemos.
Gracias por la aclaración Maikel.
Mi comentario solo es una cita clásica, creo que muy popular en el siglo de oro. No se refería a los ciclos económicos. (kondratieff no había nacido, pero conocían muy bien el principio del “rota fortunae”)
Los bárbaros deseaban la vida de los romanos y esta paradójicamente era la causa del debilitamiento del imperio. A lo largo de la historia hemos visto como los desarrapados superaban a los avecindados y acomodados.
En definitiva: No hay mal que por bien no venga
Efectivamente la crisis es una oportunidad para pensar sobre la opulencia y el reblandecimiento moral y por eso yo os mando unas citas.
“Rudas semanas, felices fiestas” decía Goethe para explicar que no hay alegría sin esfuerzo.
Konrrad Lorenz sobre el desmoronamiento de la tradición
En nuestra cultura occidental actual – con su masificación, con su destrucción de la naturaleza, con su competición ciega de valores y codiciosa de dinero que termina siendo competición contra uno mismo, con su aterradora pobreza de sentimientos y su estupidización por adoctrinamiento – realmente, lo no-imitable es tan evidente que hace olvidar con demasiada facilidad el contenido de verdad y de sabiduría que, a pesar de todo, nuestra cultura posee.
También de Lorenz sobre: la opulencia y el debilitamiento moral:
El hombre está debilitado por el hábito y la facilidad abocándolo a un estado de ablandamiento peligroso. Al transformarse en adulto, el adolescente aprendía la paciencia. Hoy, la paciencia es una cualidad inútil: la «infancia mental» se extiende en el tiempo más allá de la «infancia psicológica» Un hombre en el cual el comportamiento social no haya alcanzado el grado de madurez suficiente, permanecerá en un estado de infantilismo y no podrá ser sino un parásito de la sociedad