«Siempre nos preguntaremos las personas completas si una criatura incapacitada de cuerpo puede tenerse en cuenta para dar ideas del mundo. Quien no sabe de las pasiones de las personas (el amor carnal, el odio, el esfuerzo físico, el sudor y el cansancio, el placer de nadar o tomar el sol, la locura de la pelea, piña a piña, el correr de las lágrimas de alegría cuando se besa por primera vez a un hijito…), quien nunca pudo participar de lo que participamos los normales, ¿puede mandar en un partido político?»
Este comentario, dirigido a Pablo Echenique, lo escribió en su Facebook un, hasta ahora, prestigioso escritor que cerraba una lista en las pasadas elecciones autómicas gallegas. Aunque su autor, al que no pienso citar, lo borró rapidamente y pidió unas desganadas disculpas unos días después, creo que sobra explicar el daño que causó a muchas personas.
Dicen que a los españoles nos dan igual los refugiados. Es mentira.
Como en otras muchas ocasiones, ante el sufrimiento ajeno, miles de personas están dando una vez más una lección de solidaridad. Lo comprobé por primera vez tras el genocidio en Ruanda o con el huracán Mitch en Centroamerica. Está demostrado que mientras una tragedia humanitaria sale en medios de comunicación, la sociedad española responde.
Pero lamentablemente estas explosiones de solidaridad tienen dos problemas: que suelen desaparecer cuando dejan de ser noticia (y cuando más ayuda necesitan quienes sufren) y que se actúa desde la emoción y la urgencia. Hay que ayudar ya, como sea, sin pararse a pensar en las causas del problema ni en asegurar que se hace de la mejor forma posible. Con el argumento de «lo importante es hacer» se han desperdiciado y se desperdician millones de euros.
¿Barcos españoles para violar derechos humanos en Yemen? No en nuestro nombre
Soy una de las 14.430 personas que ya han firmado esta petición de Amnistía Internacional dirigida a la Secretaría de Estado de Comercio, o de las más de 25.000 que lo hicieron hace un año al presidente de Navantia y a Mariano Rajoy para que cumplan la legislación vigente e impidan la venta de cinco corbetas a Arabia Saudí, por el riesgo claro de que se usen para cometer violaciones graves del derecho internacional como ataques indiscriminados a civiles o mantener el bloque naval saudí de Yemen que ha agravado la catástrofe humanitaria en ese país.
Conviene recordar antes de seguir que no estamos hablando del principio de este vídeo, sino sobre todo de su final.
Parece que cumplir la ley o evitar que se cometan atrocidades con estas fragatas es secundario ante los 3.000 … Seguir leyendo
Hace unos días, en De cine, mujeres y futuro, les comentaba que muchas de las películas que he visto últimamente hablan de un futuro que pertenece a las mujeres pero sobre todo que ya no pertenece a los hombres, Que el tiempo de absurdas superioridades y machismos ha pasado y es obligatorio adaptarse y reeducarse para un mundo que si o si tiene que ser más decente.
No cambiar, resistirse, es ser cómplice de la violencia. Si, el tiempo de los orcos está acabando.
Vuelvo a Santiago feliz tras disfrutar en Valladolid de su gente y del buen cine que este año me han regalado en la SEMINCI que acaba de terminar. Lo hago en un tren semejante al que se estrelló en la curva de Angrois matando a 81 personas en circunstancias muy poco claras… Hasta ahora.
El documental Frankenstein 04155 recibió una merecida mención especial tras proyectarse en una sala abarrotada. Una obra de arte que con el rigor objetivo de la información oficial y la humanidad y autenticidad de los testimonios crea un auténtico fresco de la corrupción en España, de quienes la consienten o hasta intentan beneficiarse por razones políticas y de esa banalidad del malde quienes la toleran y miran para otro lado (en la administración publica, en RENFE, en la fiscalía o la judicatura…).